Andrés Molano-Rojas | El Nuevo Siglo
Domingo, 22 de Mayo de 2016

Silencio sobre Venezuela

 

LILIAN TINTORI  vino a Bogotá, a presentar “Preso pero libre”, el diario escrito por su esposo, el líder opositor Leopoldo López, -condenado a 13 años de prisión en su país, acusado por el régimen chavista de apología e incitación a la violencia.  Y alcanzó a hacer milagros.  ¿Quién habría imaginado, por ejemplo, que una misma causa pudiera concitar a su favor a cuatro expresidentes colombianos que, por todo lo demás, permanecen al margen de la actividad política o suelen enfrascarse en las más agrias confrontaciones?

 

Tintori logró también reavivar la polémica por el silencio del Gobierno colombiano ante lo que viene sucediendo en Venezuela.  No cabe duda de que el país vecino atraviesa uno de los momentos más críticos de su historia reciente.  En lo económico, la despilfarrada bonanza petrolera no es hoy sino hiperinflación, devaluación y escasez.  En lo social, la “Patria Grande” no es más que el feudo de unos pocos privilegiados de la Revolución Bolivariana, mientras una creciente polarización ensancha el abismo entre unos y otros venezolanos.  En lo político, el choque de poderes, el estado de excepción, y la represión de la oposición, amenazan con liquidar lo poco que aún queda de democracia efectiva e imperio de la ley.  El porvenir de Venezuela depende de un nudo gordiano que aparentemente nadie sabe cómo desatar.

 

No lo saben los mismos venezolanos:  ni los chavistas, ni los maduristas (que cada vez son más distintos), ni los boliburgueses, ni los escuálidos.  Resulta llamativo que el mismo día en que la ciudadanía se moviliza a favor del referendo revocatorio, el presidente de la Asamblea Nacional, Ramos Allup, salga a decir que de no hacerse este año, se hará el próximo.  Como si la fecha no importara, como si la diferencia no fuera la que hay entre convocar nuevas elecciones y sustituir a Maduro por… su vicepresidente.

 

¿Debería saberlo Colombia?  Las aspiraciones morales abstractas suelen ser malas consejeras en política exterior.  Es cierto que el país ha ganado margen de maniobra frente a Miraflores:  el proceso de La Habana hace rato que no depende de Caracas (si alguna vez lo hizo) y la frontera no puede estar más cerrada.  Pero ¿qué ganaría Colombia asumiendo como suya la causa de la oposición venezolana en las actuales circunstancias, salvo darle pábulo al discurso sobre la “agresión externa”, la “conspiración imperialista” y la “amenaza paramilitar” del que sabe muy bien prevalerse Maduro?

 

Duele mucho lo que ocurre en Venezuela.  El silencio es incómodo.  Pero sólo los venezolanos pueden redimir a Venezuela. 

*Analista y profesor de Relaciones Internacionales