Sábado, 27 de Febrero de 2016
De Insulza a Almagro
Tal vez sea muy temprano para celebrar, pero no cabe duda que, con menos de un año en el cargo, la gestión del ex canciller uruguayo Luis Almagro al frente de la Organización de Estados Americanos contrasta radicalmente con la más bien insulsa de su predecesor.
Almagro ha sabido imprimirle a la organización un renovado impulso y devolverle poco a poco la voz que había perdido en los temas que le eran más propios: la democracia, los derechos humanos, el desarrollo integral y la seguridad multidimensional. Ciertamente, un conjunto de coyunturas favorables -como el giro en las relaciones entre Washington y La Habana, la forzosa introspección de los otrora vociferantes promotores del “multilateralismo alternativo”, y el embotamiento y muy escasa cristalización sus principales iniciativas- ha jugado a favor del uruguayo. Pero sería injusto atribuirle al azar y las coincidencias el mérito que corresponde, antes que nada, a su capacidad personal y liderazgo, a la claridad de su perspectiva, a la firmeza de su carácter y a su pragmatismo político. A fin de cuentas, él mismo advirtió desde el principio que no sería simplemente “el administrador de la crisis de la OEA, sino el facilitador de su renovación”.
En su agenda hay grandes ambiciones: reivindicar el papel de la OEA como foro privilegiado para el diálogo interamericano; compensar las limitaciones de la organización, casi septuagenaria, con las capacidades desarrolladas y la experiencia acumulada; lograr el “reingreso efectivo” de la hasta ahora reluctante Cuba; recuperar el vigor del régimen democrático interamericano; crear un “Fondo de contingencia para desastres naturales” y un “Sistema Interamericano de Prevención de Conflictos Sociales”; impulsar una iniciativa multisectorial de seguridad ciudadana; y desideologizar la discusión sobre la institucionalidad hemisférica.
Por ahora no es poco lo que ha hecho: ha denunciado los abusos del régimen de Maduro en Venezuela y exigió en su momento a las autoridades electorales que tomaran medidas para garantizar el ejercicio pleno de la democracia con ocasión de las elecciones del pasado 6 de diciembre, ha promovido activamente la búsqueda de una solución sostenible a la crisis política haitiana, se apersonó de la problemática humanitaria en la frontera colombo-venezolana, y tras haber apoyado la labor de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala acaba de acordar con Tegucigalpa la semana pasada la creación de una Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras.
No es un balance magro para unos cuantos meses. En cualquier caso, es mucho más de lo que Insulza hizo durante toda una década.
*Analista y profesor de Relaciones Internacionales