ANDRÉS MOLANO ROJAS* | El Nuevo Siglo
Lunes, 23 de Septiembre de 2013

Lo que Nicaragua quiere

 

Cuando con mucho porte y dignidad el presidente Juan Manuel Santos entregue, eventualmente acompañado por sus homólogos de Panamá y Costa Rica, la prometida carta en la que se denuncia ante el Secretario General de la ONU, Ban Ki- moon, el “expansionismo nicaragüense”, éste no tendrá nada qué hacer distinto a sonreír y recibirla -con igual porte y dignidad-, para archivarla luego y emitir una nota de acuso recibo que no tendrá ningún efecto jurídico de cara a la sentencia ya proferida por la Corte Internacional de Justicia en la controversia marítima entre Colombia y Nicaragua, ni en el proceso que pueda seguirse a raíz de la nueva demanda presentada por ese país la semana anterior.

Pero seguramente, mientras lee la contundente misiva, Ban Ki-moon se preguntará con qué lógica acusa Colombia de expansionista a Nicaragua.  ¿No quiso acaso imponerle, por vía de tratados con terceros Estados, una delimitación jamás consentida por Managua? ¿No fueron Honduras y Colombia quienes suscribieron un tratado de límites marítimos en el que se adjudicaban aguas que no correspondían a ninguno de los dos? ¿No firmó Colombia con Costa Rica un tratado tan sospechosamente inequitativo que nunca llegó a ser ratificado por los ticos? ¿No es Colombia la que ha dicho que la CIJ es “el enemigo” y que su fallo es “inaplicable”, esgrimiendo una cláusula de derecho interno para eludir el cumplimiento de sus obligaciones bajo el derecho internacional? ¿Cuál de los dos, Colombia o Nicaragua, es el expansionista? ¿Cuál de los dos el que apela a la solución pacífica de controversias? ¿Y cuál el “Estado canalla” que obra de mala fe y unilateralmente, por las vías de hecho?

El discurso hecho para el consumo interno difícilmente le servirá de algo a Colombia en el plano internacional, y tiene la consecuencia colateral de inducir un juicio equivocado sobre lo que Nicaragua quiere.  Nicaragua no quiere ser simplemente el “matón del vecindario” -aunque esa sea la impresión que da en ocasiones Ortega-.  Sabe que a la postre su situación sería insostenible en un entorno completamente hostil y alienado.  Pero sabe también que su supervivencia depende de su consolidación territorial, de la definición de los derechos que pueda tener sobre determinados recursos en función de su proyección geográfica.  Y es eso, precisamente, lo que busca.  En su estrategia geopolítica no importa tanto cuánto gane.  Lo que le importa es saber, exactamente, cuánto tiene.  Y blindarse con un título incontrovertible para ejercer sus derechos frente a Colombia y todos los demás.

*Analista y profesor de Relaciones Internacionales