ANDRÉS MOLANO-ROJAS* | El Nuevo Siglo
Lunes, 1 de Abril de 2013

Los saboteadores

 

Nadie discute hoy en día la necesidad de un régimen internacional sobre el comercio de armas.  En efecto: los regímenes internacionales son importantes instrumentos de gobernanza mundial.  Se trata de valores, principios, normas, reglas y procedimientos de toma de decisiones alrededor de los cuales convergen los actores del sistema internacional en relación con un determinado asunto de la política global.  Como ocurre con toda institución internacional, el propósito de los regímenes internacionales es el de prescribir conductas, proscribir actividades y sincronizar expectativas.  Por ese camino se espera reducir los riesgos derivados del carácter anárquico, altamente competitivo, poco transparente, heterogéneo y asimétrico del moderno sistema internacional.

Naturalmente, los regímenes internacionales no se hacen de la noche a la mañana, aunque algunos surjan más o menos espontáneamente de la propia interacción de los actores del sistema internacional.  Su formalización y su “legalización” suponen, a veces, un largo proceso de búsqueda de consensos, de transacciones, de ajuste entre aspiraciones maximalistas y mínimos realistas que muchas veces no satisfacen a todos los interesados por igual.  Algunos regímenes funcionan relativamente bien (como el régimen sanitario internacional) o lo han hecho en el pasado (como el régimen democrático interamericano). Otros no tanto (como el todavía incipiente y precario régimen ambiental internacional ambiental).  Pero en la mayor parte de los casos es preferible que por lo menos existan (por ejemplo, el régimen de no proliferación nuclear) a la ausencia absoluta de regulación en ciertas materias.

No han sido pocos los esfuerzos que desde hace un par de décadas se han venido haciendo para avanzar en la construcción de un conjunto básico de términos de referencia para el comercio de armas.  No sólo se trata de un negocio multimillonario, sino de un factor determinante de la paz y la seguridad internacionales que además -si se piensa en el tráfico armas cortas y ligeras específicamente- tiene profundas implicaciones en términos de estabilidad política, salud pública y lucha contra el crimen organizado transnacional.  La consolidación de un mercado globalizado, la ampliación de la demanda y el ensanchamiento y diversificación de la oferta, y la significativa reducción de los precios hacen de la regulación del comercio de armas uno de los más urgentes desafíos globales.

Resulta paradójico que este proceso haya acabado prácticamente secuestrado por la renuencia y el sabotaje de tres Estados canallas (Irán, Corea del Norte y Siria), sobre los que pesa además un amplio repertorio de sanciones, incluyendo embargos de armas decretados por diversas instancias (el Consejo de Seguridad, la Unión Europea e incluso organizaciones regionales). 

*Analista y profesor de Relaciones Internacionales