Más inequidad tributaria
En medio de la sordina navideña de diciembre pasado el presidente Santos sancionó la Ley 1607, a través de la cual se reformó el Estatuto tributario, que ahora contará con 198 artículos más tornándolo aún más abstruso y farragoso.
Supuestamente dicha reforma estaba encaminada, además de promover la generación de empleo formal, a corregir las inequidades en materia impositiva. Pero qué va, lo que se hizo fue un ejercicio de simulación, el régimen tributario en Colombia seguirá siendo tan inequitativo como enantes.
Según el director de la DIAN, Juan Ricardo Ortega, “los colombianos que devenguen menos de $ 3.7 millones mensuales no pagarán impuesto de renta”. Pero es que quienes venían devengando menos de $ 3.7 millones mensuales prácticamente no pagaban impuesto de renta, luego aquí no hay ningún beneficio para ellos con la reforma de marras. De ahí para arriba se le van a incrementar los impuestos a la clase media - alta, para compensar la mengua en los recaudos por cuenta de las gabelas impositivas en favor del capital.
Es claro como el agua que sólo se gravan las rentas de trabajo, más no las de los rentistas, aquellos cuyos ingresos provienen de los dividendos por sus acciones en las empresas. En cambio, como lo admite el propio ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, “el impuesto a la renta a personas naturales va a crecer en $ 4 billones” a través del IMAN y el recaudo por IVA “va a elevarse en $ 500 mil millones”. No obstante la declaración del presidente Santos en el sentido que ello era “apenas justo” gravarlas, su Ministro de Hacienda se opuso con el socorrido argumento de la doble tributación.
Pero, como lo reconoce el propio presidente Santos, con el IVA y el impuesto al consumo también podría hablarse de doble tributación, ya que con ellos “simplemente se está gravando una fuente de ingreso que es el consumo, en teoría podría haber doble tributación pero con un impuesto de renta más bajo. Pero pudo más el lobby por parte de las empresas y los empresarios que se mostraron extrañados por el respaldo “que el Gobierno le estaba dando” y al final el intento de restablecer tanto el impuesto a los dividendos como el impuesto a la remesa de utilidades terminaron hundiéndose en medio de la barahúnda de la conciliación del texto.
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