En un mundo tan convulsionado, donde la tecnología y las comunicaciones predominan la vida moderna, el armamentismo ha tomado una carrera inusitada. Ahora cualquier país por pobre o pequeño que sea está en posibilidad de obtener armas nucleares o químicas y podría desatar una andanada hacia quien considera su peor enemigo.
Es el caso de Corea del Norte un país relativamente pequeño, con sólo 120 mil km2. Como para hacerse una mejor idea, territorialmente es la mitad del Ecuador. Este país, producto de la división del antiguo imperio coreano y la ocupación del Japón terminada en la segunda guerra mundial, cuenta con 25 millones de habitantes, de los cuales el 20% de la población pertenecen al aparato militar entre efectivos y paramilitares a cargo del estado. Con un PIB apenas de 40 mil millones de dólares y un ingreso per cápita de 2.400 dólares anuales, se ha convertido en una amenaza nuclear retando a la mayor potencia mundial y a los países poderosos a una guerra sin precedentes.
Para cualquier persona la pregunta es: ¿Qué razón mueve a este pequeño país a lanzar esas amenazas? Sencillamente ideológicas, pues el régimen de Pionyang impuesto desde 1948 por la espuria dinastía Kim, que se apoderó de ese país bajo el modelo comunista apoyado por la Unión Soviética y China, imponiendo a la fuerza la ideología Juche, una interpretación socialista, algo muy parecido a lo de Cuba, con el fin de crear estratégicamente puntos de influencia comunista contrapuesta al capitalismo estadounidense y a su poderío armamentista.
Desde el nacimiento de la Republica Democrática Socialista de Corea del Norte, este pequeño país se convirtió en un dolor de cabeza para el mundo, pues su modelo socialista soportado por un inmenso aparato militar, una dictadura atroz, violación a los derechos humanos, mas de un millón de muertos y una corrupción como pocas en la historia, instaurada por Kim Il Sung fundador de dicha dinastía, quien se apoderó de ese país de igual manera que Fidel Castro de Cuba, Daniel Ortega de Nicaragua, Evo Morales de Bolivia y ahora Nicolás Maduro de Venezuela, modelo que amenaza a Colombia, presintiendo que podría tomar igual suerte si llegara a caer en manos de la izquierda fariana como algunos lo presagian.
Pero Corea del Norte amenaza al mundo con sus repetidos ensayos nucleares en el Pacifico, en los gritos abiertos lanzados al gobierno de Trump, quien ya advirtió encontrarse preparado para un ataque a Corea del Norte bajo el silencio cómplice de Rusia y China. Trump le tiene ganas a ese enfrentamiento para reafirmar el poderío mundial norteamericano y acabar esas aventuras esclavistas del desueto comunismo. Esta pensando lo mismo con Venezuela para evitar otra aventura de este tipo en Suramérica. Pero la incógnita seria que al desatar una guerra contra Corea del Norte, ¿No desencadenaría en algo de mayor dimensión en el mundo?
Ahí podría estar la suerte del orbe en dos tipos soberbios llenos de poder y belicosos ambos. Es increíble que los organismos internacionales sean tan impotentes y frágiles que permiten avanzar estas amenazas al mundo.