Alzaré nuestra bandera | El Nuevo Siglo
Lunes, 19 de Julio de 2021

Poner la bandera al revés simplemente es un acto separatista de la Nación, por lo mismo equivocado, porque etiqueta al gobierno y sus políticas como su único dueño, se le ultraja como símbolo patrio a los demás colombianos, la victimiza como causante de todos los males, la responsabiliza de los derechos y se le voltea como posible solución en afrenta contra el propio corazón que intenta defender.

Distintas manifestaciones se aluden en redes para justificar el hecho de negar la venia al pabellón patrio, al ponerla en sentido contrario, hasta el punto de decir que poco significa frente a las reivindicaciones sociales anheladas y en total contradicción se apela a la palabra: respeto.

En momentos en que quisiéramos gritar que Colombia tiene una imagen que mostrar distinta a las graves noticias que involucran hechos siniestros, como los de Haití, es el día para elevar la bandera con altura, incluso en las manifestaciones sociales, donde el símbolo de una república democrática, en que se ampara la misma protesta pacífica, no puede dejarse manipular por los tiempos ni las dificultades y menos por aspiraciones electorales.

Algo está pasando en la formación, esa que siempre puso la semilla en el sentir patrio, donde desde pequeños pasar a izar bandera era símbolo de esfuerzo y orgullo; donde entonar el himno, hacía vibrar los mejores sentimientos; donde jurar ante ella era compromiso de honestidad. Esto sin desconocer lo mucho que debíamos mejorar.

Este declinar en el respeto a los símbolos patrios y en especial en el ser, en la mente y en el quehacer con dignidad del colombiano, puede atribuirse al hecho contundente de haber periclitado en una educación en ética y humanismo, que hay que rescatar.

El cultivo y conocimiento de las letras humanas, como actitud de vida en una concepción integradora -y no destructora- de los valores humanos, nos está haciendo tremenda falta. Como en el Renacimiento, debería promoverse un movimiento educativo en restauración de los valores humanos.

Pero no sólo el humanismo. Junto a él, la filosofía, la historia, contada desde las distintas aristas, la ética, la educación cívica y la espiritualidad -antes esencia de la educación en los colegios y universidades- se perdió y hoy se nos muestra que no fue bueno. La pregunta, al magisterio y a las instituciones: ¿es dónde quedó ello?

Esa imperante necesidad de formación integral del ser es un llamado al mismo Fecode, al Ministerio de Educación, asociaciones de padres de familia y de colegios, a las instituciones de formación de la Fuerza Pública, tanques de pensamiento, academias, escritores, medios de comunicación y universidades.     

Mileydi Sánchez R, joven abogada boyacense, bien dice en Twitter: “Lo curioso es que esta Nación la hacemos todos. Pase lo que pase siempre amaré a mi tierra, y si algún día me tengo que ir no dejaré de hacerlo. Jamás dejaré de aportar mi grano de arena. Por eso para mi la bandera si vale mucho. Lo malo de Colombia somos nosotros.” Yo diría algunos, aunque necesitamos forjar el espíritu y los valores del ser y sentir colombiano. Este 20 julio de 2021 alzaré con orgullo nuestra bandera en su vertical: Amarillo, Azul y Rojo.   

*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI

atisbosmariaelisa@gmail.com