Alfonso Orduz Duarte | El Nuevo Siglo
Sábado, 11 de Junio de 2016

A TRAVÉS DEL TEODOLITO

Generaciones del pensamiento

 

EL ASUNTO de las generaciones de las cuales se habla para tratar de identificar a personas y actitudes con determinado modelo sugerido por las circunstancias históricas, es decir circunstancias coyunturales o de actitud que tienden uniformizar las formas y el pensamiento de un grupo de personas, es lo que se ha dado en caracterizar la manera de actuar y de pensar de un grupo más o menos grandes de personas que se vinculan a hechos que hayan sucedido en el mundo pueden ser el origen de las llamadas generaciones. El siglo pasado fue prolífico en su aparición de generaciones; así es como se han llamado estas maneras de pensar o de actuar o por lo menos de personas que alrededor de cualquier acontecimiento que llame la atención de más de uno o con uno que tuviera la facilidad de hacer conocer sus reacciones con capacidad de convocatoria, era suficiente para crear o por lo menos darle nombre a un grupo de personas. La generación del centenario, por ejemplo,  fue una que también se  denominó el canapé republicano que se creó a la terminación del siglo XIX, se extendió a los principios del siglo XX. Hoy todavía se les recuerda y se les añora por sus puntos de vista sobre la marcha del país.  No hay que olvidar que su irrupción en la vida nacional coincidió con la famosa Guerra de los Mil Días.

He estado pensando de si los hechos sucedidos el siglo pasado han determinado la creación o la formación de una o varias generaciones. De todas maneras, todo lo que sucede influye en la manera de ser, de pensar  y de actuar de la comunidad; hemos sido testigos de la guerra que los guerrilleros le declararon al país.  Hemos sido víctimas en muchos casos y testigos en otros de todos sus desmanes como también lo hemos sido objeto del cambio de actitud mental. No podemos desconocer que la solicitud de atención a los menos favorecidos por la fortuna que en muchos casos es justa, como no lo es pedir atención por las vías violentas de quienes pueden ayudar y no lo hacen o no lo quieren hacer. Queremos la paz. Quienes la queremos seguramente seremos reconocidos como miembros de la generación de la paz.

El Concilio Vaticano II, por ejemplo,  determinó una manera de pensar diferente para los católicos cristianos; no es que se hayan desconocido las enseñanzas de tantos siglos, sino parece que éstas se han humanizado porque es tan amplia y sabia la doctrina, que permite explicaciones a través de los tiempos; ahora se han puesto al alcance de todo el mundo.  El catecismo del padre Astete que fue  aquel en el cual nos instruimos en la fe cristiana fue substituido por otro que nos permite aprender una nueva manera de explicar la fe, si es que este concepto puede tener explicación.  Los dogmas de la Iglesia no han sufrido quebranto alguno. Como no lo han sufrido cuando el Papa Juan Pablo II explicó que ni el cielo ni el infierno son lugares que existen, sino estados del alma después de la muerte. Las de los probos gozarán de la bienaventuranza del alma así como las de los réprobos el sufrimiento eterno. Estos y muchos otros pensamientos de nuestra Iglesia han generado el pensamiento de una generación de católicos.