A TRAVÉS DEL TEODOLITO
¿Estamos bajo una tiranía?
HAY eventualidades cuya solución puede ser de la exclusiva responsabilidad del Presidente de la República, pero hay otras que se salen de sus posibilidades inmediatas. Los fenómenos climáticos, no se puede decir que están bajo su control, pero sí se puede afirmar que lo que está sucediendo con el tan llevado y traído fenómeno de El Niño, es algo imprevisible pero que ha podido ser objeto de presentimiento y/o pronóstico, no en el precario período de tiempo de uno o dos períodos presidenciales, pero sí como política de Estado que es aquella que permite que se hagan obras a través de los años y de varios períodos presidenciales. Eso sí, nos ha faltado; nuestro país que es muy singular por tener agua corriente a las alturas de nuestras tres cordilleras, circunstancia que nos proporciona una energía hidroeléctrica potencial que se ha desarrollado pero que hubiera podido ser superior, si como política de estado se hubiera contemplado su desarrollo y utilización. La energía más costosa es aquella que hace falta, como ahora nos puede suceder o como sucedió cuando Gaviria fue presidente. Nosotros somos un poco temerosos o poco decididos para comprometernos en obras teóricamente grandes. Da ahí que aunque un poco tardíamente, Santos nos previno sobre una posible escasez de energía y nos conminó a un ahorro que todos los colombianos estamos en obligación de escuchar y poner en práctica.
La oposición que es un derecho ciudadano, no ha dejado pasar por alto ni un solo acontecimiento objeto de crítica sobre el cual no se haya manifestado; en un estado de derecho todos podemos manifestar nuestros puntos de vista. La tarea más vistosa ha sido su oposición a todas las acciones tendientes a acabar con los cincuenta años de desangre que ha sufrido la nación. Todos los últimos gobiernos han tratado de enfrentar por diferentes medios a los guerrilleros que se han “hecho cargo” de la inconformidad de mucha gente. Los sufrimientos han sido muchos y variados, de ahí que tratar de hacer algo porque esto pare es un deseo unánime. En varias oportunidades desde esta columna se ha dicho que si se consigue la paz tendremos que hacer muchos sacrificios, inclusive el de violentar nuestro convencimiento de la represión y castigo a toda acción violenta así como la reparación de sus efectos. Pero de los males, el menor; entre la guerrilla matando gente y atentando contra la infraestructura física y tener a estos bandidos retirados con justicia, pero en paz, sí parece que es preferible esto segundo.
A la oposición se le ha ido la mano al calificar a este Gobierno como una tiranía porque dice que no solamente maneja al ejecutivo sino también el legislativo y el judicial. En otras palabras, los derechos fundamentales están en entredicho. Cualquier acción que emprenda el poder judicial en la cual se sienta afectada alguno de sus seguidores, la considera auspiciada por el presidente Santos y por lo tanto una persecución política; vaya injusticia y contradicción mayor. Esa misma oposición que descalifica la teoría de la justicia transicional porque dicen que es la impunidad, ahora se erige para evitar que sus seguidores sean investigados; si no son responsables debe ser así reconocido si no, que les caiga todo el peso de la justicia. No se puede emular en materia de insultos con las revendedoras de las antiguas plazas de mercado a ver quién ultraja más. Es mala cosa para el país.