ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Sábado, 13 de Septiembre de 2014

La guerra de Churchill

 

La historia que según los entendidos es el relato de acontecimientos pasados dignos de memoria; también puede referirse a la disciplina utilizada para relatar los sucesos; quien los relata los hace tal como los vio o percibió lo cual necesariamente no tiene por qué coincidir con lo que efectivamente sucedió. Así nos puede llegar la historia distorsionada en cuanto a su contenido y significado. Podemos llegar a concluir que la historia no es nada diferente al relato de acontecimientos tal como los vio quien quiere dar cuenta de ellos.  Si es cierta esta afirmación ¿se podrá concluir que lo que nos relatan los cronistas fue la realidad, o es la manera como quien la relata la vio?

Churchill  ha sido señalado como uno de los grandes conductores políticos del siglo XX por el liderazgo que ejerció sobre los ciudadanos de la Gran Bretaña. Y también en el entorno internacional en el cual se movió. Se hizo cargo de su país ya comprometido en la guerra con un ejército terrestre escaso y mal entrenado; en el aire y en el mar sus falencias era notorias que no admitían comparación con las de los alemanes.              Con lo que sí contó fue con su espíritu indoblegable que contagió a todo el pueblo británico que con gran estoicismo soportó los ataques de Hitler quien por su deseo de liquidar a la Unión Soviética no invadió a Inglaterra; de haberlo hecho no hubiera sido mucha la resistencia que habría tenido. Pero la guerra de Churchill que se enfrentó solo a la Alemania nazi no fue solamente contra Hitler, sino que le correspondió librar duras batallas internas con sus contradictores políticos a quienes la guerra no los hizo cejar y también con sus aliados, Estados Unidos y la Unión Soviética. La guerra dura la libraron los ejércitos soviéticos que combatieron a la Alemania nazi con pérdida de soldados que se estiman en más de dos millones, en tanto que los ingleses perdían algo así como 60 mil hombres. Una desproporción notable que siempre tuvo a los rusos atentos a los desarrollos bélicos allende sus fronteras, esperando que los aliados se embarcaran en acciones que distrajeran efectivos nazis. Los soviéticos no podían escoger los frentes de batalla como sí lo podían hacer los aliados, decían. Rusia fue invadida y tuvo que defenderse ahí donde se lo propuso el enemigo. Francia, Polonia y otros países de Europa habían sido invadidos y estaban bajo el dominio nazi.

La simpatía que en Gran Bretaña despertó la Unión Soviética no fue solamente de admiración por su heroica lucha para defender su territorio, sino también que los nazis tenían buena parte de sus fuerzas distraídas en los frentes orientales de Rusia lo que les permitía a los ingleses cierto desahogo. Solamente Pearl Harbor logró deshacer la neutralidad norteamericana y fue así como se planeó la invasión a Europa que culminó con la derrota de Alemania. Ese proceso de negociaciones previo al desembarco aliado fue aspecto en el cual se desarrolló la Guerra de Churchill, el estupendo libro de Max Hastings en el cual relata y se puede leer con las salvedades del principio de esta nota, que no se limitó a los enemigos de afuera sino a los de adentro y a los aliados.