Semana de emociones
La semana que hoy termina ha sido pródiga, en asuntos que no son de vida o muerte pero que convocan el espíritu nacional y dan en qué pensar sobre la psicología colectiva del país. Las emociones fueron los dos lados de una misma moneda; uno fue la derrota de nuestro equipo de fútbol a manos del de Venezuela, el menos indicado según los conocedores para hacerlo. Pero así fue. Quienes tuvimos la oportunidad de ver el encuentro desde el principio pudimos observar que el gran triunfador fue el Director Técnico venezolano quien, ayudado por muy buenos jugadores, pudo identificar el sistema de juego colombiano y neutralizarlo sin que los nuestros desarrollaran su poderoso estilo de jugar que los ha hecho famosos y reconocidos como un equipo de este deporte de magnífica presentaciones y a la altura de los mejores por lo menos en este lado del mundo.
Pero lo digno de señalar, además de la tristeza y desencanto colectivo, es la manera tan reflexiva como se tomó esta inesperada derrota por parte de un onceno que al decir de los entendidos, no era precisamente un equipo al cual debería tenérsela mucha preocupación, aunque sí el respeto y consideración que se merece todo rival.
No se sabe si el entusiasmo patriótico que se vivía antes de ese partido fue contagiado por los periódicos o si éstos hicieron eco de lo que pensaba la gente. Lo cierto es que las páginas de los diarios escritos, así como la radio y la televisión daban como un hecho el triunfo de Colombia pues Venezuela no se había mostrado como equipo de grandes campanillas. A la camaradería que se vivió en los sitios públicos, en los cuales se instalaron pantallas de televisión, se unía el fervor por el deporte, pero por encima de este sentimiento, una verdadera devoción por el país. El entusiasmo que se vivió fue poco a poco disminuyendo al verificar que el rival había descubierto nuestros secretos estratégicos y estaba haciendo uso de ello para no permitir el juego nuestro. Todos salimos tristes y afligidos, vislumbrando el panorama en este famoso concurso de la Copa América bastante oscuro. La perspectiva teniendo en cuenta lo que falta no era para espíritus objetivos, pues el siguiente rival no era sino un magnífico equipo pero además precedido de la historia futbolística que lo hacen digno de todo respeto. Con renovado optimismo el país que se interesa por este deporte se congregó al frente de ese prodigio que es la televisión para presenciar el encuentro. Nuestros muchachos jugaron muy bien y cosecharon el triunfo que todos esperábamos aunque sin mucha convicción. Ganamos, lo dice todo el país en plural, continuamos disputando y esperamos con gran esperanza de triunfo los siguientes partidos. Soy enemigo de hacer cábalas pero el espíritu de conjunto que abriga a los nuestros augura un buen resultado; a ellos con seguridad les habrá llegado por la vía del pensamiento que se transmite y no se sabe cómo, la admiración y el afecto de sus compatriotas.