Invitación a votar
Hoy, sábado 24 de mayo, víspera de las elecciones, precedidas de un debate bastante gris, por decir lo menos, pero un poco agitado en la últimas semanas, no por las propuestas de los candidatos, sino por los pecados que unos a otros se han venido sacando en cara.
En esta misma columna he manifestado mi punto de vista con respecto a que las controversias que se susciten, no solamente en este aspecto electoral sino en todas las situaciones en las cuales las ideas se confronten, no deben estar orientadas a buscarle el pierde al contendor con procedimientos que desafían las buena maneras; así la confrontación sea de tesis entre las cuales, quienes tienen que decidir, escojan las más propicias a los intereses generales. ¿Será que los procedimientos, sin importar su origen y su objeto se ha decidido que son válidos? Se ha utilizado en otras partes, en otras democracias con resultados dañinos para ellas. El famoso escándalo de Watergate dio al traste con la presidencia de un carismático mandatario de los Estados Unidos, uno de cuyas determinaciones trascendentales para la política mundial, fue el reconocimiento de la China comunista, hoy un jugador de primera línea en el ajedrez mundial.
Cada colombiano tiene su gusto, admiración o afinidad con alguno de los cinco candidatos o no lo convence ninguno y se abstiene de votar o se toma la molestia de hacerlo manifestando su inconformidad votando en blanco que es decir en las urnas, “ninguno de los postulados me gusta ni llena mis expectativas de ciudadano.”. La abstención puede entenderse como la manifestación de una indiferencia por los destinos del país o conformidad con lo que está sucediendo en la convicción de que su voto no cambiará las cosas que no quiere que cambien. No así el voto en blanco, que para hacerse presente debe entenderse que quien lo ejerce está aprovechando la ocasión que le brinda la democracia y en esta forma manifiesta que no está de acuerdo con ninguno de los candidatos.
La nómina de los cinco candidatos tiene que ser motivo de orgullo y satisfacción para los colombianos. Muchos países de nuestra América difícilmente pueden presentar la calidad de nuestros candidatos. Santos, el espirante a la reelección, tiene tras de sí una estela de ejecutorias de primera calidad; Óscar Iván fue un buen Ministro de Hacienda de Uribe y como tal exhibe una magnífica hoja de vida. Lo hace un poco vulnerable lo que pregonan sus amigos uribistas o furibistas: “ya que no podemos elegir a Uribe elijamos a Zuluaga”. Marta Lucía, una digna candidata del Partido Conservador, es una mujer a la cual no se le puede señalar tacha alguna pues es seria y coherente en lo que ha dicho. Peñalosa es un producto de la tierra, sus ejecutorias están marcadas por su paso por la alcaldía en donde dejó una muy buena huella. Aunque ideológicamente no coincidimos con ella, Clara López brilla por su inteligencia y por la coherencia de su pensamiento. Los candidatos aprestigian este gris debate con su presencia; son una reserva de la nacionalidad.
La recomendación no puede ser diferente a invitar a votar.