Para ser ex se necesita haber sido
El ejercicio de la Primera Magistratura en todas partes del mundo, en donde quien la ejerce lo hace por voluntad de sus compatriotas, así como significa un gran honor por el cual se pelean los políticos, es una aventura que tiene muchos ángulos y aristas. Para desempeñar la actividad política, así como para cualquier profesión, se necesita vocación de verdad. La diferencia entre la actividad política y cualquier profesión estriba en que tal vez para ejercer la primera no se requiere pasar por las aulas universitarias pues su ejercicio corresponde a una disposición natural. Claro que ahora hay carrera universitaria que llaman ciencia política; no parece que preparan políticos profesionales sino más bien, a base de la experiencia de hoy y de ayer, esta ciencia política enseña a analizar lo que sucedió en el pasado, saca algunas normas y reglas que no necesariamente son las más adecuadas para ejercer. De ahí que los políticos avezados dicen que lo único seguro en política es lo que ya pasó. Pero volviendo a lo de los primeros magistrados están bajo la lupa permanente de sus compatriotas; aquí si vale citar lo que decía Gilberto Alzate Avendaño, político que así nació y así murió. En esta actividad el político debe cuidarse de todo aquel que está cerca, pero particularmente de los amigos. El que es amigo hoy, mañana, por cualquier razón deja de serlo y fácilmente se convierte en enemigo, pero como en política dicen que no hay amigos sino cómplices, muy rápido cambian de amigos, sin que les quede el menor remordimiento.
Entre nosotros son pocos los presidentes que salen incólumes y sin enemigos; así como los amigos que les ayudaron a llegar de donde ahora salen; algunos permanecen amigos pero otros que lo fueron dejan de serlo y suelen convertirse en nuevos enemigos o contradictores. Que lo diga en estos tiempos modernos el expresidente Uribe que se siente traicionado por sus amigos y como traicionado se ha venido comportando en los últimos años. Ahora quiere seguir gobernando por interpuesta persona. A saber si le suena la flauta y la gente se anima a votar por quien ha dicho en todos los tonos que no dará un paso ni como candidato en acción, ni en el evento de resultar triunfante, sin contar con su mentor que organizó el aquelarre en el cual fue designado, y del cual salió un traicionado. Esta vez un Santos traicionado y hace 4 años, según el dueño de la política de hoy, otro Santos fue el traidor. Pienso que ni lo uno ni lo otro. Así es la política y de eso no se aprende en la universidad. Que lo diga César Gaviria hoy tan tremendamente señalado como el causante de no haber puesto de su parte lo que habría podido y así haber cambiado el curso de la historia nacional. El libro de Andrés lo ha puesto sobre ascuas y todavía no se sabe qué va a pasar. Lo único hasta ahora es la desapacible reacción de Gaviria que lo colocó por fuera del código de las buenas maneras. Hasta ahora había pasado como un expresidente incólume, pues no se le habían hecho señalamientos que merecieran alguna descalificación. Ahora le tocará explicar no con la vehemencia primaria sino con razones cuál fue su proceder en el episodio de los casettes. Según le dijo Belisario al expresidente Lagos, para “gozar de la condición” de ex se necesita haber sido.