El juego de los partidos
El proceso de cortejos políticos con miras a las elecciones presidenciales que tendrán lugar dentro de seis meses, puede estar comenzando. Claro, todo empieza con los presuntos candidatos que se cree se van a presentar; del único que se sabe a ciencia cierta que está elegido como tal, es el Dr. Zuluaga quien ya está recorriendo el país con su indeclinable patrocinador, pues hasta ahora es el primero y el único que está en la palestra; los demás son simples expectativas, porque ni siquiera Juan Manuel Santos ha dicho algo, salvo que le parece mal concebida la Ley de Garantías la cual, lo único que pretende es que no se usen los mecanismos y posibilidades del sector público y digamos también del erario para impulsar determinadas candidaturas. Es quizás el único síntoma de que llegada le fecha límite para decidirse (¿25 de noviembre?) lo más probable es que se resuelva a dar el paso y así arrancar con su campaña electoral que de hecho, para todos los presidentes luego de la reforma del “articulito,” comienza el día de su posesión; la de Santos lleva tres años y cuatro meses.
La conquista de los votos es una tarea para la cual se necesita vocación; la verdad es que sí hay muchos compatriotas que son bastante hábiles es estas andanzas y en hacer cálculos y lucubraciones sobre el presente y el futuro. Pero esto es como el juego del ajedrez: si un grupo toma una determinada vía hay que imaginar lo que podrían hacer los contrincantes y hacer sus cálculos. Pero también aquellos que saben de antemano que no tienen posibilidades reales, deben pensar que la votación obtenida puede ser objeto de negociación en el evento de las dos vueltas.
El Partido Conservador que ha tenido una notable significación en la vida nacional y particularmente en este y en el anterior gobierno, está en un serio disparadero. Si lanza candidato que entre otras aspiraciones de un partido es la de participar en eventos de esta naturaleza; la razón de ser de cualquier partido, es la de aspirar a dirigir los destinos del país. Así está abocado a unas cuantas alternativas: presentarse al escrutinio de los colombianos que es una buena determinación, la cual, desde luego, debe ir acompañada de expectativas adecuadas de triunfo. ¿Las hay hoy día? En otras palabras hacer un papel decoroso como triunfar, que es el primero y más deseable; pero si eso no se obtiene que la votación obtenida no sea descalificadora para ser tenido en cuenta. Pero también los que juegan a este ajedrez pueden pensar que es preferible adherirse a alguno de los candidatos pero hay que saberlo escoger, previendo cual es el de mayor afinidad con sus propios postulados y sus posibilidades de triunfo para formar parte del gobierno que se elija con derecho propio.
La aspiración de cada uno de los candidatos es la de obtener la mayoría en la primera vuelta que lo exima de la segunda. Las alianzas electorales, aunque perfectamente válidas en el ajedrez político, pueden menoscabar los propósitos. La aspiración de la mayor parte de los partidos que no esperan pasar de la primera vuelta es la de volverse aspiración deseable para los candidatos que pasan a la segunda. Si no la hay el tema queda resuelto en mayo. Si la hay los partidos que no pasen tendrán la posibilidad de transar pues quedan en el mercado.