Todos queremos la paz
¿Habrá entre los cuarenta y cinco millones de habitantes que tiene Colombia un número significativamente grande que no quiera la paz? Este es un interrogante que tiene una respuesta fácil pues todos queremos vivir en paz; lo que sucede es que no nos han dejado. Los únicos colombianos para quienes la respuesta no es aplicable son aquellos que forman el grupo de los desquiciados pertenecientes a las Farc, al Eln y algunos otros grupos guerrilleros de esos que se forman sin que se sepa para qué o por qué. Esos sí son una inmensa minoría, como decía la propaganda de una famosa emisora capitalina que transmitía sus magníficos programas para satisfacer a la inmensa minoría, según su propio decir.
El pasado martes 9 de abril se convocó una gran manifestación de colombianos para decir en patota, lo que todos decimos en privado y pensamos: que somos amantes de la paz y por tanto la deseamos; las discrepancias propias entre hermanos, las queremos discutir y resolver en forma civilizada si necesidad de matarnos unos a otros que es lo que nos ha propuesto la guerrilla. No tenemos dudas de que existen desigualdades que estamos en mora de resolver y si posible eliminar, por las vías pacíficas. Pero los grupos guerrilleros no lo piensan así y creen que la única manera de obtener las llamadas reivindicaciones del pueblo que dicen defender es atacando a sus integrantes, matando, sembrando el caso y la desolación dizque en aras de obtener resultados alentadores para ellos. Cerca de 50 años de tristeza y desolación no han sido hasta ahora suficientes para que se convenzan de que el pueblo que dicen defender no los acompaña en su loca carrera de destrucción.
Este Gobierno, como prácticamente todos aquellos que lo han precedido, han pretendido por la buena y también por las malas, convencer a los alzados en armas para que dejen sus propósitos insanos y permitan que la vida ciudadana transcurra sin sobresaltos con dedicación al trabajo. El clamor por la paz por parte de los ciudadanos es diario y silencioso; sus manifestaciones son las de acatar y respetar las leyes trabajando en cuanto les es permitido por el desorden y la intranquilidad que proporciona la guerrilla.
Dentro de las fechas históricas de hechos relativamente recientes que nos llenan de tristeza, congoja y desconsuelo es aquella en la cual uno de los líderes más carismáticos del siglo pasado, Jorge Eliécer Gaitán, predestinado a ocupar el solio de Bolívar, fue asesinado llevando el luto, dolor, pesadumbre, aflicción y desolación a todo el país pero en especial a quienes habían cifrado en él las esperanzas de una vida mejor. Esta fecha no se puede celebrar sino recordar con mucho pesar y recogimiento. La marcha patriótica organizada y financiada en buena parte por simpatizantes de la guerrilla, alejó a muchos ciudadanos que no estuvieron conformes, pero tampoco con la fecha escogida. Con marcha o sin ella, todos queremos la paz.