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Comenzó el proceso por medio del cual, eso esperamos, se silencien los fusiles y se nos proporcione a los colombianos la paz que nos ha sido conculcada hace algo así como 50 años. Todos tenemos grandes esperanzas de que esta vez sí se llegue a buen puerto y al final se hayan depuesto las ambiciones de llegar al poder por la vía de las armas. Todos participamos de un optimismo que más está por el lado del deseo que por las posibilidades de que esto pueda suceder.
El Gobierno ha sido prudente en sus planteamientos respecto a la manera como se deben adelantar las conversaciones, las cuales, a la hora de la verdad no han comenzado, porque en la reunión en Noruega no se discutió cosa alguna; más bien hubo la presentación de cada una de las partes. La de de la guerrilla no fue diferente a la reiteración de sus puntos de vista cada vez que tienen oportunidad de hacerlo. Lo cierto es que la lógica que utilizan es muy particular que no engaña a persona alguna. En donde se va a discutir en serio, si es que los representantes de la guerrilla resuelven ponerse así será en La Habana.
Si se analiza esta primera presentación, y se asimila o a un partido de fútbol o a una pelea en un cuadrilátero este primer tiempo o primer asalto boxeril se lo ganó la guerrilla, no por fuerza de su dialéctica, sino porque se ingeniaron, con la ingenuidad gubernamental, para obtener una vitrina que hacía mucho tiempo no conseguían, esta vez internacional, con ecos en el país. ¿Hay explicación si no, por qué Semana le dedicó carátula a Iván Márquez por la diatriba con la cual se despachó en Noruega? Su intervención desde luego que ha debido registrarse como lo hizo toda la prensa nacional, ¿fue de tal naturaleza como para merecer este reconocimiento, cuando no dijo cosa diferente a la que han venido predicando en sus 50 años de existencia y a la cual nos tienen acostumbrados? Las arengas disparatadas ya las conocemos, pero esta vez las hicieron con amplificación internacional, aunque se duda mucho sobre el interés de Europa en los detalles de nuestro conflicto, salvo su deseo de que ojalá seamos capaces de superarlo. Todo el país estuvo pendiente de la alocución del Dr. De la Calle, la cual estuvo muy a propósito de las circunstancias: firme en los planteamientos que orientan al Gobierno que deben ser defendidos por la delegación en La Habana; los puntos que previamente se habían convenido con la guerrilla deben ser aquellos sobre los cuales se discuta, pero la particular lógica de la guerrilla no se prevé que los pueda asimilar.
Seguimos moderadamente optimistas, esperando que los protocolos de las discusiones se respeten. Desde luego discutir de igual a igual con quienes no lo son es un trago difícil de pasar, pero hay que pasarlo.
Hago votos sinceros por el restablecimiento de la salud de Angelino Garzón quien se ha granjeado la simpatía de la ciudadanía.