ALBERTO MEDINA MÉNDEZ | El Nuevo Siglo
Viernes, 18 de Octubre de 2013

ESTADO VORAZ

Déficit de sobriedad

Parece  haberse puesto de modael despilfarro, el derroche, la ausencia de prudencia, pero al mismo tiempo la escasez de criterio y de sentido común. Salvo honrosas excepciones,que solo confirman la regla, la inmensa mayoría de los Estados del mundo han aumentado, en los últimos años, significativamente su tamaño, funciones, responsabilidades y presupuesto.
Las política,siempre interesada en utilizar una creciente cantidad de fondos, se ha ocupado de generar la necesidad convenciendo a muchos de la importancia de un Estado fuerte, pero fundamentalmente que concentre poder y dinero para luego repartir bienestar entre los ciudadanos.
A esta alturade los acontecimientos se sabe que todo es un gran timo. Que en realidad solo se trata del interés corporativo de la política en administrar cuantiosos recursos para construir poder y someter desde allí, a quienes no se avienen a ajustarse a su cuestionable moral y sus retorcidas normas.
Juan Bautista Alberdidecía que "las sociedades que esperan su felicidad de la mano de sus gobiernos, esperan una cosa contraria a su naturaleza", sin embargo, aún hoy, demasiados creen con convicción que su tarea individual consiste en pedir a otros lo que no consiguen por sí mismos.

El Estado siempre precisa de recursos,mucho más aún si gasta tanto y solo los consigue cuando se los quita previamente a los que lo producen, o disemina inflación, o bien hipoteca el futuro de las próximas generaciones. No existe otro modo de hacerse de ese dinero, porque no puede crear riqueza.

A Thomas Jefferson se le atribuye aquella frase"estoy a favor de un gobierno que sea vigorosamente frugal y sencillo". Hace cierto tiempo se entendía mejor todo. Sin un gobierno austero y capaz de comprender que cuando gasta lo hace a expensas de haberle quitado antes a los que trabajan para conseguirlo, es muy difícil avanzar con criterio.  No es admisible que quien dilapida los recursos de la gente, gastando en sí mismo como no usaría su propio dinero lo haga con tanto desparpajo, con la impunidad de quien no recibirá reproche alguno. La nómina de privilegios, de derroche  y de descaro se ha tornado indisimulable. Los gobiernos dilapidan cada vez más y muestran su poder de ese modo. Es cierto que a losgobiernos les falta sobriedad. No está en su esencia.

Este disparate solo cambiarácuando los ciudadanos sean capaces de salir de este letargo y abandonar las ideas que sustentan y dan soporte a este dislate que crece sin encontrar frenos. Mientras tanto se sigue asistiendo sin resistencia alguna a este patético déficit de sobriedad y sensatez.