Un recién llegado a Colombia en el día cien del gobierno del Presidente Duque tal vez tendría la sensación de inconformidad por las marchas de estudiantes, que arrinconan a los ciudadanos por temor al vandalismo, después de un incremento importante del presupuesto de educación, adicional al previsto inicialmente.
Estas marchas empezaron además a entremezclarse con grupos sindicales que abogan en contra del aumento de los bienes base del impuesto al valor agregado propuesto por el gobierno. Razones que han puesto al ministro a considerar una nueva baraja de las fórmulas para financiar los 14 billones de pesos de gastos e inversiones en el presupuesto del año entrante, ante parte del Congreso que lo encuentra improcedente.
Este escenario entonces pone en evidencia, como lo dijera el mismo Presidente en entrevista a Blu radio, la necesidad de una comunicación más efectiva no obstante el talento moderado, más cuando se trata de un duro mensaje. Difícil tarea cuando apenas comienza el gobierno y las medidas son impopulares o el caucho no estira para tanto, como en el caso de las solicitudes de inversión que pretenden los estudiantes. Bien lo imprimió Roosevelt cuando inspiró el hito de los cien días: se trata de las medidas de urgencia por las que el Presidente se la juega.
Se puede decir que ha soplado viento frente a las enormes dificultades fiscales que enfrenta el gobierno, mas no ha sido suficiente la voz para que los estudiantes las crean o para lograr esa gobernalidad necesaria más cuando no se ha insistido en los esfuerzos mancomunados de austeridad y ahorro del gobierno. El Plan de Reforma a la Administración Pública lo planteó el gobierno en su primer mes de labores y se acaba de formalizar en la reciente directiva presidencial que incluye diez acciones claves pero no es conocido ni entendido por el común.
Tres pilares o ajustes presentó el ministro de Hacienda como base de la nueva administración pública: distinta estructura del gasto público, control a la evasión y la elusión de impuestos y la reforma tributaria. Toda la concentración mediática por tratarse de temas de bolsillo se concentra en los nuevos impuestos y poca mella se le da a la importancia del ahorro y la austeridad del Estado.
La meta inicial de esta estrategia es ahorrar seis billones de pesos en los próximos tres años, que para comenzar necesita de un amplio debate. Esta prevé que sólo bajo excepciones muy técnicas se llegue a aumentar las plantas y gastos de personal, con motivaciones muy justificadas para la contratación de temporales o servicios profesionales, que es la fuente de las nóminas paralelas, que por demás tienen períodos de remuneración muy inestables. Se aboga entonces por la eliminación gradual de los llamados “contratistas del Estado”, sin afectar los fines misionales, ojalá mejorando sus condiciones laborales. Es un comienzo para que se ajuste el tamaño del Estado, se eliminen entidades innecesarias y se reduzcan gastos suntuarios. Junto con los mayores impuestos, el programa de austeridad del Estado debía ser un sello del gobierno que todos debíamos conocer.
*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI