Adriana Llano Restrepo | El Nuevo Siglo
Viernes, 20 de Noviembre de 2015

“No puede ser un pasar de agache”

EL SEPTIMAZO

Perdonar

 

ME  temo que en Colombia el perdón es ornamental, no funcional; puros golpes de pecho, pura conducta políticamente correcta, puras babas, nada sustancial.

 

El perdón nuestro de cada día es rendido y sumiso, acostumbrados como estamos a pedir perdón hasta para existir. Es curioso pero mucha gente no pide permiso para pasar, seguir, hacer, hablar, sino perdón.

 

Perdonar no puede ser un pasar de agache, un deje así como diría Andrés López el filósofo de La pelota de letras, sino un asunto activo, memorioso y memorable. Al final de su Trilogía de Auschwitz, Primo Levi afirma que “conocer es necesario, porque lo sucedido puede volver a suceder”.

 

“Perdónalos porque no saben lo que hacen”, dijo Jesús en la cruz, pero su cuerpo resucitado es la memoria de la crueldad de sus verdugos. Para perdonar hay que recordar, aunque no como un acto vindicativo.

 

Perdonar no tiene que ser una herida abierta pero tiene que ser memorable, con la contundencia del Guernicade Pablo Picasso, que le recuerda a la humanidad el bombardeo ocurrido el 26 de abril de 1937 en la población que le dio nombre, durante la Guerra Civil Española, perdonada ya por las nuevas generaciones, pero no olvidada. Sobre los muertos de Franco la madre patria edificó la república. Con perdón pero sin olvido.

 

Para perdonar hay que recordar. Y para recordar, hay que documentar. Henry Greenbaum, superviviente de seis campos de concentración, dijo: “Todo debe ser documentado. Esto es muy importante. Intentemos explicarlo a los jóvenes de modo que lo conozcan y ellos lo recordarán”.

 

Hay que recordar como lo hizo durante 30 años Fabiola Lalinde, quien documentó la desaparición de su hijo en 1984 a manos del Ejército; su lucha de madre contra la impunidad le valió que la Unesco incluyera sus memoriosos archivos en el Registro Regional del Programa Memoria del Mundo.

 

Perdonar no es fácil. En La memoria, la historia y el olvido, el filósofo Paul Ricoeur habla de aprender a perdonar: "El perdón es difícil porque debe articularse sobre un doble trabajo: uno de memoria y otro de duelo".

 

El perdón tampoco es elusión de la culpa propia o ajena. Ricoeur diferencia culpabilidad y deuda. La víctima puede decidir que nadie le debe nada. Pero la culpa es asunto de la justicia y cada cual rendirá cuentas.

 

“El perdón es lo que se pide, en modo alguno lo que se da. Si alguien lo pide, debe estar preparado para recibir una respuesta negativa".