EL SEPTIMAZO
Lentitud
Hastiada como estoy de la alharaca mediática de los candidatos a los cargos de gobernadores para los 32 departamentos, diputados de las asambleas departamentales, alcaldes de 1.099 municipios, concejales y ediles de las Juntas Administradoras Locales del territorio nacional, me acuerdo del Rey Don Juan Carlos de Borbón cuando desesperado con tanta babosada proferida por el entonces presidente de Venezuela en medio de la XVII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, ocurrida en Santiago de Chile, le dijo a Hugo Chávez: “Por qué no te callas”.
Pienso entonces en tres palabras que quizás a todos estos personajes tan menudos, les sean ajenas: silencio, pensamiento y lentitud, tan diferentes entre sí, pero tan paradójicamente necesarias en este momento de vértigo cuando al parecer no hay tiempo para digerir los sucesos nuestros de cada día.
El austríaco Peter Handke, autor de teatro, novela, poesía y ensayo, además de guionista y director de cine un día se preguntó: ¿Por qué nunca se inventó un dios de la lentitud?
Imagino si es posible hacer política en silencio, con pensamiento y en lentitud; entonces, recuerdo a Nicolás Gómez Dávila: “El político tal vez no sea capaz de pensar cualquier estupidez, pero siempre es capaz de decirla”; además, de decirla tan rápido, como si hiciese catarsis, porque sabe que al vomitar su estruendo interior logra audiencia. Puro gallinero intelectual y nada de platea mental, pero esto es ganancia; para él, no para el departamento, municipio, distrito, asamblea, concejo, junta de acción comunal, que agradecería un tris de calma, de serenidad, de lentitud.
Hay una densificación de acontecimientos en este país, que les hace imposible a estos candidatos pensar, ser lentos y estar en silencio; nada se decanta y en el escenario político se instala la premura, el ajetreo y la inquietud.
No pide uno un filósofo en la contienda, pero sí candidatos capaces de contemplar, es decir, de reflexionar sobre la realidad que van a gobernar, para cuando lo hagan estén activos y no ocupados, cosas bien distintas entre sí.
Por esta razón, a dos semanas de elecciones, decido que entre los cuatro candidatos a gobernar la Bogotá que amo y padezco, escojo a Rafael Pardo por lento, de acuerdo con la primera acepción de la palabra según la Real Academia Española: “(…) pausado en el movimiento o en la acción”.
Porque como afirmó nuestro Nietzsche criollo, Nicolás Gómez Dávila, en sus Escolios a un texto implícito: “La lentitud es la matriz de la calidad”.