Por: Pablo Uribe Ruan
Los clásicos le ponen picante a las ligas. El clima futbolero cambia en una ciudad o región cuando se enfrentan los dueños de patio. Un Cúcuta-B/manga paraliza los santanderes, al igual que un Junior-Cartagena en la Costa y ni hablar de un Cali-América en el Valle.
Sin embargo, en Colombia estas rivalidades históricas han cambiado de escenario. Algunos duelos tradicionales que durante muchos años se caracterizaron por ser los animadores de la jornada de clásicos del fútbol profesional, hoy se convirtieron en partidos sin ninguna repercusión por una sola razón: jugar en el ascenso.
Este año se puede decir que se juegan el mismo número de clásicos tradicionales en la B que en la A. Son contados los de la primera categoría: Millos-Santa Fe, Nacional-DIM, y el del Tolima grande, los demás como el de Boyacá surgieron con la creación de nuevas instituciones hace no menos de 15 años.
La razón de los clásicos es su historia, a partir de ella es como nacen las rivalidades y se mantienen. Por eso un Fortaleza-Equidad no lo es. ¿Acaso que los vuelve rivales?, ¿Bogotá? Es desalentador ver la jornada de derbys en Colombia, pero a la Dimayor no le queda otra que inventarse unos supuestos duelos que en muchos casos ni siquiera tienen sentido territorial.
Y hay que prepararse porque pasada la primera fecha ya se empieza a ver que va ser un torneo poco atractivo para el espectador, pues con tanto equipo que viene de la segunda división es difícil colmar las expectativas.
Esa es la realidad de la A, sin clásicos y sin público, pero todo porque los que tienen que estar arriba no lo están. No hay otro camino que colmarse de expectativa y acostumbrarse a ver estadios vacíos. Ah, y sobre todo, a ver clásicos inventados.