El Senado estadounidense confirmó, por una abrumadora mayoría, a Christopher Wray como nuevo director del FBI, tres meses después de que el presidente Donald Trump despidiese a su antecesor James Comey.
Este exitoso abogado criminalista era una opción que no generaba división, por lo que consiguió el apoyo de los dos partidos tras decir a los legisladores que prefiere renunciar a ceder ante la interferencia política.
Wray asume el cargo en un momento difícil para el FBI. El despido de Comey generó una ola de acusaciones contra Trump por su supuesto intento de torpedear la investigación sobre vínculos entre su comité de campaña y Rusia durante la elección presidencial del año pasado.
Esta situación llevó a designar un fiscal especial independiente, Robert Mueller, para encargarse del caso.
El primer reto del nuevo director del FBI es convencer a los más de 30.000 empleados del organismo de su compromiso con la independencia, luego de insistir ante los legisladores que no tolerará presiones de ningún sector.
"No puedes hacer un trabajo como este sin estar preparado para renunciar o ser despedido cuando se te pide hacer algo que es ilegal, inconstitucional o incluso moralmente repugnante", dijo el mes pasado ante el comité judicial del Senado.
"Tienes que ser capaz de mantenerte firme en tus principios", señaló.
Nacido en una familia de abogados neoyorquinos, Wray, de 50 años, es licenciado en Derecho por la Universidad de Yale y ha sido fiscal del Departamento de Justicia durante años.
En 2003 llegó a ser fiscal general asistente a cargo de la división criminal, donde supervisó investigaciones por fraude, incluyendo el gigantesco caso Enron, la compañía texana de energía que se vio envuelta en un sonado escándalo con miles de millones de dólares en pérdidas ligadas a la corrupción.
En 2005 entró en un bufete de abogados.
Ahora inicia un mandato de diez años al frente de la policía federal, un tiempo inusualmente largo que tiene por objetivo blindar de presiones a la persona que ostenta el cargo.