Castigo para los desadaptados. Esta Barca sabatina, absolutamente atípica, es la respuesta a un clamor que nos hacen varias familias muy queridas de Medellín para que las autoridades paisas no den más espera a la adopción de medidas enérgicas y efectivas para castigar ejemplarmente a las bandas de granujas que convierten en “tierra de nadie” el entorno del Estadio Atanasio Girardot, después de cada partido nocturno de fútbol.
Que les quiten Metro y les cierren el Estadio. La Barca pregunta: ¿Hasta cuándo las autoridades civiles y de Policía van a ser impotentes frente al vandalismo de una serie de muchachos que hacen lo que les da la gana, bien porque pierda el equipo de sus preferencias o porque este resulte vencedor?
Cincuenta o cien antisociales disfrazados de hinchas de Nacional o Medellín hacen y deshacen cada vez que hay uno de esos llamados clásicos en el Atanasio Girardot, cuyos vecinos deben padecer, un día sí y otro también, los desmanes, las pedreas y los destrozos.
¿Y qué hacen las autoridades, encargadas según el mandato constitucional, de salvaguardar vidas y bienes de los ciudadanos?
Patrimonio público. ¿Con qué derecho estos malhechores disfrazados de hinchas atentan contra un patrimonio de toda la ciudad como es el Metro de Medellín, orgullo paisa y por qué no, de toda Colombia?
Que metan un gol más o menos las irregulares escuadras futbolísticas de Antioquia no les da potestad a estos antisociales para apoderarse de la ciudad, sembrar el caos y atropellar, como lo han venido haciendo en los últimos tiempos, ante el miedo o la incapacidad de las autoridades.
Medellín y Nacional se lucran de un escenario que es de todos los antioqueños, que se construyó con los dineros de todos pero que solamente esos equipos, en algo que no tiene justificación, explotan y usufructúan a su antojo.
No prestar el Atanasio. Los sufridos vecinos urgen medidas excepcionales ante situaciones excepcionales. Y una de ellas, por ejemplo, es que la administración municipal disponga no prestar más el estadio Atanasio Girardot para los clásicos entre estos dos equipos, o que jueguen entre ellos, sin público.
Si sus directivas son incapaces y nada hacen para organizar y manejar a sus partidarios, convertidos gracias a la droga y al alcohol en hordas de salvajes, que algo les cueste esa incompetencia y que dejen de recibir los dineros de las taquillas que por cada encuentro les correspondan.
El Metro. Otra medida necesaria consiste en que el Metro cancele el servicio después de las 8 de la noche en la línea B, que va del céntrico parque San Antonio al estadio, pues un comportamiento antisocial como el que tienen estos desadaptados, no puede ser premiado transportándolos, pese a los desmanes, groserías y destrozos en el mismo medio de transporte.
El vecindario reclama tribunas vacías para castigar la incapacidad de los dirigentes y el vandalismo de los hinchas, y a caminar para preservar del salvaje ataque al querido Metro de Medellín.