Luis Guillermo Solís, quien el jueves asume la Presidencia de Costa Rica con la consigna de gobernar "en la calle y con la gente", se ha revelado como un habilidoso comunicador que cautiva por su llaneza y disposición al diálogo.
Antes de ceñirse la banda, este profesor universitario, historiador y politólogo, dialogó con empresarios, sindicalistas y campesinos, a quienes reafirmó su promesa de romper estilos de la vieja política, la corrupción y el elitismo.
Como prenda de sus intenciones, designó un gabinete con predominio de rostros jóvenes y equilibrio de género, al que hizo un llamado sui generis: "Mi solicitud a todas y todos los ministros es que vayan comprando unas tenis, porque quiero verlos en la calle, con la gente".
Durante la campaña electoral, recorrió el país en largas caminatas, habló con la gente en comunidades marginales y se sentó a la mesa de hogares campesinos, alimentando una atmósfera de cercanía y confianza.
El 25 de abril, cuando cumplió 56 años, vecinos de una ciudadela marginal de San José lo serenatearon con mariachis en su casa. Los de Escalante, barrio de clase media donde vive, organizaron una misa para bendecirlo.
Hijo de zapatero y educadora, Solís ha dicho que nunca soñó con ser Presidente y que, cuando un político amigo le planteó la idea de postularse como precandidato del entonces opositor partido Acción Ciudadana (PAC, centro), creyó que "estaba mal de la chaveta" (loco).
Al principio "no me conocía ni el gato del vecindario", dice. Todavía en diciembre, a dos meses de las elecciones nacionales, estaba en las encuestas en cuarto o quinto entre los aspirantes, con menos del 5%.
Pero el 2 de febrero sorpresivamente ganó la primera vuelta con 31%. Y el 6 de abril arrasó en el balotaje con 78% de los votos frente al oficialista Johnny Araya, convirtiéndose en el presidente más votado en la historia reciente del país.
La trayectoria de "el Presi" o "Luisgui", como le empezaron a llamar popularmente, no es la de un político de oficio, sino la de un académico y educador, como él se define. A tres días de tomar el poder dio su apoyo a una huelga de maestros que exigen al gobierno saliente el pago de salarios atrasados.
- No se puede perder el alma -
Licenciado en historia de la Universidad de Costa Rica (UCR), Solís tiene una maestría en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Tulane, Estados Unidos. Fue investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y director regional de la Secretaría General Iberoamericana (Segib).
Junto a la academia ha estado ligado a la política, primero en el Partido Liberación Nacional (PLN), del que fue secretario general por corto tiempo. Entre 1986 y 1990, desde la jefatura de gabinete de la Cancillería, trabajó en el diseño e impulso del plan de paz para Centroamérica, que en 1987 le valió el Premio Nobel al expresidente Óscar Arias.
Pero en 2005 se unió al PAC argumentando que el PLN (socialdemócrata) fue tomado por la corrupción y el neoliberalismo. "Un partido puede perder el rumbo, pero no el alma", escribió en su carta de renuncia.
Coherente con esa postura, dice, planea mejorar la calidad de la educación pública y del sistema de seguridad social de salud y apoyar al productor.
Su principal afición es la lectura, hábito del cual se declara "promiscuo y voraz". "Leo cualquier cosa interesante que pase por mis manos", asegura.
Toca el piano, le gusta la agricultura y disfruta mucho de su familia, lo cual expresa poéticamente.
"Me duermo con España cerca del corazón y cuando me despierto lo primero que veo es España", dijo en una entrevista refiriéndose a su pareja, la española Mercedes Peña, con quien no está casado, atípico en un país conservador.
De su hija menor, Inés, escribió el domingo en Twitter: "Mis ojos están de cumpleaños, ella es mi sol y mi luz". Fruto de un anterior matrimonio son otros cinco hijos, ya profesionales o universitarios.
Para la ceremonia de investidura, Solís guardará las tenis y usará zapatos formales que "Merce" le encargó a un diseñador de zapato profesional. Estrenará traje porque los cuatro que tenía ya están muy usados.
Pero el poco cabello que le queda se lo acicaló su barbero de toda la vida. Las redes sociales divulgaron una foto captada cuando, como cualquier hijo de vecino, caminaba el martes por una céntrica calle del este de San José, yendo a la barbería.