Canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, en abril de 2014 | El Nuevo Siglo
Lunes, 30 de Septiembre de 2013

El papa polaco Juan Pablo II y el italiano Juan XXIII serán canonizados el 27 de abril del 2014, en una ceremonia solemne en el Vaticano durante la cual serán elevados a la gloria de los altares dos líderes muy diferentes de la Iglesia que reinaron en el siglo XX.

 

El anuncio fue hecho este lunes por el mismo papa Francisco tras convocar un consistorio o reunión de cardenales para confirmar las fechas para la canonización de Juan XXIII (1958-1963) y Juan Pablo II (1978-2005).

 

Junto con Pío X, canonizado el 3 de septiembre de 1954, constituyen tres pontífices proclamados santos en los últimos cien años.

La fecha de esta doble canonización se había filtrado hace varias semanas y corresponde a la fiesta de la Divina Misericordia, establecida por el papa polaco en el primer domingo después de la Pascua.

Miles de personas, buena parte de ellas provenientes de Polonia, asistirán a la ceremonia solemne en la plaza de San Pedro para santificar a dos pontífices muy diferentes : uno humilde y cercano a la gente, otro carismático y capaz de seducir a las multitudes.

 

Juan Pablo II, primer papa polaco de la Historia, conservador y muy popular en los más de 100 países que visitó, será canonizado tan solo nueve años después de su muerte, un tiempo récord.

El papa Benedicto XVI prefirió no tener en cuenta el plazo obligatorio de cinco años para abrir la causa de beatificación y de canonización de su predecesor, quien fue beatificado en mayo de 2011.

Francisco, por su parte, innovó para canonizar a Juan XXIII, sin esperar a que se le atribuya un milagro.

La decisión del papa de canonizar a Juan XXIII (Angelo Giusepe Roncalli) sin milagro, si bien no ha sido tomada con frecuencia, es una prerrogativa del jefe de la iglesia católica, que ha querido valorizar el ejemplo del llamado "papa bueno", autor de la encíclica "Pacem in terris" y evitar al mismo tiempo el culto de la personalidad que genera el polaco Karol Wojtyla.

 

Juan XXIII , quien convocó el gran Concilio Vaticano II (1962-1965) que abrió a la Iglesia al mundo para modernizarla, fue una persona simple y de buen humor, actitud parecida a la que mantiene Francisco actualmente.

La canonización conjunta de estos dos papas muestra, por un lado, la intención de Francisco de mantener el equilibrio entre dos figuras muy diferentes de la Iglesia, que suscitan aún devoción.

 

Juan Pablo II

El pasado 5 de julio el papa Francisco firmó un decreto en que se atribuye un segundo milagro por intercesión de Juan Pablo II, ocurrido en Costa Rica.

El futuro santo marcó el final del siglo XX al haber sido un pontífice abierto al diálogo y al mismo tiempo inflexible en temas morales, que contribuyó al derrumbe del comunismo.

Juan Pablo II mantuvo durante todo su largo pontificado posturas morales conservadoras que le valieron en ocasiones las críticas de muchos fieles.

Su pontificado pasó a la historia por los viajes apostólicos realizados en el mundo entero: 104 fuera de Italia, visitando 129 países.

"Un gran misionero. El nuevo San Pablo", lo definió recientemente Francisco.

Actualmente, hay quienes le reprochan su falta de determinación y transparencia para tratar las denuncias de abusos de pedofilia por parte de responsables religiosos.

Algunos no le perdonan que no haya empleado contra los curas condenados por pedofilia, entre ellos el fundador de los Legionarios de Cristo, el mexicano Marcial Maciel, la misma intransigencia que aplicó a los sectores más progresistas de la Iglesia, como los representantes de la Teología de la Liberación latinoamericana, a quienes apartó sin titubear de la Iglesia.

 

Juan XXIII

En el caso de Juan XXIII, Francisco consideró que no era necesario demostrar que intercedió en un milagro.

La atribución al beato Juan Pablo II de este segundo milagro fue clave para su rápida canonización.

Figura muy popular, sobre todo en Italia, era considerado un progresista porque promovía el diálogo con los no cristianos y los no creyentes.

Elegido en realidad como un papa de transición después de la muerte de Pío XII, el 25 de enero de 1959 dejó a todo el mundo boquiabierta al anunciar la realización del Concilio Vaticano II, una asamblea con todos los obispos del mundo para cambiar a la Iglesia, la cual inauguró personalmente el 11 de octubre de 1962.

"Yo voy a abrir la ventana de la Iglesia con el fin de que podamos ver lo que pasa afuera y que el mundo pueda ver lo que pasa en nuestra casa", clamó entonces, palabras que indudablemente inspiran el papado del argentino Francisco.