El presidente boliviano, Evo Morales, fue proclamado este viernes candidato presidencial por sindicatos mineros y campesinos, en el primer acto de este tipo con miras a las elecciones presidenciales de octubre.
Morales llegó al complejo minero en el poblado andino de Huanuni, en el departamento de Oruro (sur de La Paz), para una reunión con el sindicato estatal de obreros, con quienes realizó un acto público, donde también participaron organizaciones campesinas oficialistas.
"Saludo de verdad esta proclamación, quiero que sepa la derecha, los restos del neoliberalismo, esto sí ha sido preparado por los movimientos sociales, a la cabeza del sindicato, compañeros campesinos... Este es el primer acto de proclamación", afirmó el mandatario.
El acto proselitista se realizó luego de que la oposición se quejara de que el mandatario, que comenzó a gobernar en 2006 y revalidó el cargo en 2010, realiza campañas políticas a su favor, al margen de la ley y con fondos públicos.
Morales suele desplazarse cada día a diferentes puntos del país, donde entrega obras realizadas por el Poder Ejecutivo o por gobernaciones y alcaldías aliadas e, incluso, por sindicatos de obreros e indígenas.
El mandatario, que aspira a un tercer mandato 2015-2020, señaló en Huanuni: "tenían que ser mis hermanos obreros, campesinos, mineros, tenían que ser mis compañeros de las ciudades, profesionales, que organicen el primer acto de proclamación con tanta gente".
Varios centenares de personas estuvieron en el poblado de Huanuni, un emporio minero de estaño y plata desde mediados del siglo pasado, según imágenes de la televisión estatal.
La oposición, por ahora, tiene varios candidatos para enfrentarse a Morales, aunque -según encuestas- a gran distancia del gobernante en cuanto a intención de voto.
Entre los opositores están el exalcalde de La Paz y exaliado oficialista, Juan del Granado (centroizquierda), el acaudalado empresario Samuel Doria Medina (centroderecha) y el gobernador de la rica región de Santa Cruz, Rubén Costas (derecha).
Morales, con un gobierno de línea izquierdista y estatista, cerró 2013 con un índice de aprobación del 60%, según una encuesta difundida por el diario El Deber a fines de diciembre.