Campaña: las fichas marcan su territorio | El Nuevo Siglo
Domingo, 2 de Febrero de 2014

El arranque oficial de la contienda reeleccionista, la accidentada convención conservadora, el aval de La U a Santos, el reajuste en la Unidad Nacional, las cábalas sobre fórmulas vicepresidenciales, las trabas a Peñalosa y las dudas en el uribismo se tomaron el escenario

 

Al momentode darse la largada de la campaña presidencial, en los tres años y medio del gobierno del presidente Juan Manuel Santos, no se han dado los estremecimientos de las administraciones de las últimas décadas. Desde luego cuatro han sido los momentos de mayor impacto, cuando las encuestas de favorabilidad sufrieron el efecto de las circunstancias, pero en general éstas volvieron a tomar el ritmo rutinario.

El primer caso fue el de la reforma a la educación superior, cuando el país, por primera vez, descubrió lo que significaba las redes sociales. La defensa de los estudiantes, organizados a través de este mecanismo, como en Chile, hizo que el Gobierno reversara su propuesta en el Congreso. Aun así, luego de que las marchas estudiantiles fueran infiltradas por amotinadores, el movimiento terminó dividiéndose y la Mesa Ampliada Nacional Estudiantil (MANE) fue cooptada por facciones de izquierda, mientras que la gran mayoría de sectores del centro hubieron de marginarse. El impacto en las encuestas para el gobierno del presidente Santos no tuvo así incidencia mayor, aunque de todas maneras fue un ejercicio novedoso en Colombia.

Luego vino el tema de la reforma a la Justicia que, en la etapa de la conciliación, sufrió todo tipo de modificaciones que incluso hacían prever favorabilidades penales y penitenciarias para los sindicados y condenados por la parapolítica, lo mismo que polémicas modificaciones en el régimen de pérdida de investidura, sin que en esa etapa se le permitiera participar al entonces ministro de Justicia, Juan Carlos Esguerra. Al filo de la navaja, el presidente Santos, en una alocución a media noche, dijo que objetaría esa reforma constitucional aún si ella era de iniciativa gubernamental.

La presión de los medios y de las redes sociales fue clave para el caso. Vino entonces un amplio debate nacional sobre si el Presidente podía o no objetar reformas constitucionales, luego de que la normativa se fuera a pique. Finalmente, la Corte Constitucional dio razón al Gobierno. Aun así el impacto en las encuestas se sintió de manera más determinante en esta ocasión y paulatinamente hubo de reconstruirse una relación fracturada con el Congreso. Inclusive la imagen presidencial bajó del 64% al 48%.

El nivel de popularidad fue recomponiéndose paulatinamente pero a poco se produjo el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, en el que Colombia perdió 75 mil kilómetros de océano en el Caribe occidental. La popularidad, que había pasado del 50% por ciento, bajó al 41%, pero a medida en que el país entendió que la responsabilidad no era exclusivamente del gobierno de turno, volvió a su antiguo nivel.

Durante el tramo de los episodios anteriores, el expresidente Álvaro Uribe decidió romper cobijas con quien él pensaba era su sucesor. Y lo hizo básicamente por el restablecimiento de las relaciones con Venezuela, el nombramiento de algunos ministros, la apertura del proceso de paz y la declaración de Santos a CNN en el sentido de que “Uribe es tema del pasado”, situándose el exmandatario en la oposición y fundando lo que entonces se llamaba “Puro Centro Democrático”, pero realmente sin incidir sobre las encuestas, pese a las críticas que lo llevaron incluso a acusar de traidor al Jefe de Estado.

Posteriormente, hace seis meses, vino el episodio más drástico en el gobierno Santos, ya que realmente los tres anteriores no habían tenido una incidencia fundamental en la marcha medianamente tranquila de la administración. Se trató del paro agrario, que fue exacerbado por una desafortunada frase del Presidente (“El tal para agrario no existe”) y llevó a que el movimiento de protesta se extendiera y se bloquearan varias vías estratégicas nacionales. Cuando el Presidente impuso el principio de autoridad, inclusive sacando al Ejército a patrullar, el paro se fue disolviendo paulatinamente pero la popularidad llegó a bajar al 19 y 21% en los diferentes sondeos. En todo caso, los acuerdos con los campesinos se fueron cumpliendo progresivamente. Aún así los sectores políticos de la oposición, tanto el Centro Democrático como la izquierda, e inclusive muchos analistas y columnistas, aseguraron entonces que la reelección de Santos había quedado sepultada.

 

Contra el pronóstico

A hoy, cuando se dan movimientos en firme hacia la primera vuelta de la campaña presidencial, todo eso es noticia del pasado. Nada de lo que se pronosticó entonces, entre otras posibilidades, que Santos no tenía espacio para aspirar de nuevo, que quien se lanzaría sería Germán Vargas Lleras, que el expresidente Álvaro Uribe -nuevo aspirante al Congreso por el Centro Democrático- obtendría de 25 a 30 senadores, o que surgiría una gran tercería de los sectores independientes del país, nada de eso y otras cábalas más, ocurrió.

Por el contrario, aún sin haber inscrito su candidatura oficial, Santos ha pasado en seis meses del 20% a más del 50% de favorabilidad y en los distintos sondeos aventaja a sus contendores por porcentajes abultados.

 

Tremor conservador

En esta semana se produjeron varios hechos que denotan el arranque de la campaña. Uno de ellos fue la Convención Conservadora que entre el domingo y el final de la semana terminó en vilo. En principio, pareció que la candidata Marta Lucía Ramírez había ganado de modo contundente frente a la candidatura de coalición de Santos, pero progresivamente la opinión pública fue enterándose del sinnúmero de anomalías que se habían presentado en la asamblea, comenzando porque los voceros de la candidatura de coalición, liderados por el senador Roberto Gerlein-cabeza de lista del Partido Conservador al Congreso- no pudieron siquiera tomar la palabra debido a más de 15 minutos de abucheos y amenazas que no fueron controladas por la presidencia. Ello llevó a la renuncia de tres de los cuatro miembros del Comité de Garantías, que dejaron constancia ante la Mesa Directiva de la Convención y el Consejo Electoral de que no podían certificar positivamente nada de lo que allí había ocurrido. De hecho, la mayoría de los convencionistas -entre ellos el grueso de los parlamentarios conservadores- se fueron retirando en solidaridad con Gerlein y por la falta de garantías generales. De este modo, los convencionistas que estaban por la candidatura de coalición ni pudieron participar, ni pudieron hablar ni desde luego votar. Incluso, en la primera votación por candidato propio, después de retirada la mayoría de los convencionistas, ni siquiera se llegó al quórum reglamentario, en medio de protestas generalizadas por las deficiencias de los datafonos y el voto electrónico.

Posteriormente, sabiendo que no había quórum, se repitió la votación, prácticamente duplicándola, sin que se certificara de dónde habían salido los votos adicionales y habiendo sospechas del uso de los datafonos (los de los convencionistas que al retirarse los habían dejado en las sillas) por personas que no tenían derecho a tenerlos. Por ello la impugnación, con solicitud de suspensión de lo acordado en la Convención, está pendiente de lo que diga al corto plazo el Consejo Nacional Electoral, en donde reposan todas las constancias de las anomalías presentadas, luego que los parlamentarios así lo demandaran a través del ex viceministro, exasesor del Directorio Conservador y ex magistrado Guillermo Reyes.

Lo que ocurrió en la Convención Conservadora, donde muchos vieron la mano uribista, fue confirmado por el candidato al Senado, José Obdulio Gaviria, vocero del Centro Democrático.

Ya a mitad de la semana, luego de saberse la impugnación, el exsenador Omar Yepes le dio el aval a la candidata Ramírez a puerta cerrada. Ella, entre tanto, nombró a un grupo de abogados para enfrentar la impugnación.

 

La U se juega

Mientras que en las toldas conservadoras el ambiente estaba bastante tenso, en el llamado “partido de gobierno” el panorama era más tranquilo, a tal punto que el martes la asamblea de la colectividad le dio el aval a la candidatura reeleccionista de Santos y, de paso, lo autorizó para realizar alianzas y coaliciones con otros movimientos y partidos.

El cónclave de La U estuvo bastante tranquilo, pese a que se había pronosticado que la facción de los uribistas, encabezada por los senadores Juan Lozano y Juan Carlos Vélez haría mucho ruido, así supieran que sería imposible atravesársele a que el aval fuera otorgado. Sin embargo, el segundo -hoy jefe de debate de la campaña presidencial del Centro Democrático- no asistió, en tanto el primero sí fue pero se quejó porque no habían invitado directamente a los centenares de concejales del partido (en donde se supone, según observadores, el uribismo tiene algún terreno ganado).

Por lo demás, la asamblea de La U redundó en el tema que ya se sabe será el eje de campaña, tanto de ese partido como del Presidente-candidato: la paz. No en vano la columna vertebral del discurso de Santos, ya en tono de aspirante a la Jefatura de Estado, fue la defensa del proceso de negociación con las Farc y la reiteración de que acabar con el conflicto armado debía ser la prioridad del país.

Como era apenas obvio, varios congresistas de ese partido aprovecharon la controversia en las toldas conservadoras para recalcarle a Santos que La U era su colectividad incondicional. Así, mientras que senadores como Armando Benedetti pedía que los conservadores se salieran del Gobierno por tener ya candidato presidencial propio, otros como Roy Barreras no dudaron en invitar a los congresistas azules para que fueran al cónclave de La U porque allí “sí los dejarían hablar” sobre su apoyo a la reelección.

 

Cónclave reeleccionista

La temperatura política subió más el jueves, pues ese día se dio la primera reunión política de la Unidad Nacional con claro énfasis en la campaña reeleccionista.

Santos se reunió con Sergio Díaz-Granados, presidente de La U; Simón Gaviria, jefe único del liberalismo; Carlos Fernando Galán, presidente de Cambio Radical; y Alfonso Prada (del antiguo Partido Verde). Junto a ellos estuvo  Roberto Prieto, el gerente de la campaña reeleccionista.

De entrada la sorpresa fue que no se hubiera invitado al presidente del Directorio Conservador, Omar Yepes, puesto que ese partido ha sido clave en la Unidad Nacional. Sin embargo, se caía de su propio peso que tras la accidentada escogencia de Ramírez como candidata presidencial, el exsenador no tenía nada que hacer en una reunión entre el Presidente-candidato y los partidos que respaldan su reelección.

En el ambiente político fue evidente que la Casa de Nariño envió un ‘mensaje’ a la facción conservadora que no apoya la reelección, en tanto que horas antes, al comienzo de la mañana, el propio Prieto había llamado a crear un grupo que se llamara “Conservadores con Santos”, en donde estaría el grueso de la bancada parlamentaria y de otros sectores del partido azul que apoyan la continuidad presidencial.

Ya en la reunión se acordó un tema clave: el Presidente-candidato será inscrito bajo la figura de una candidatura multipartidista o de alianza y, por lo mismo, el programa tendrá los tres logos de esas facciones partidistas: La U, Cambio Radical y Partido Liberal.

También se le dio una primera revisión al documento  programático base para la campaña de reelección, que fue redactado por la Fundación Buen Gobierno. Como se sabe, si tres partidos inscriben a un candidato, el programa es uno sólo, de allí la necesidad de iniciar la búsqueda de consensos al respecto.

También quedó claro en ese cónclave, que a los liberales y a un sector de La U no les sigue sonando que el exministro Germán Vargas Lleras sea el director del comité estratégico de la campaña, razón por la cual le habrían dicho al Jefe de Estado que tratarían con él y “sin intermediarios” los temas gruesos electorales y políticos. Sin embargo, Prieto salió en defensa de Vargas Lleras y resaltó su importancia para la causa reeleccionista.

 

¿Vargas o Naranjo?

Aunque el jueves se habló con mayor fuerza del asunto, lo cierto es que desde el mismo sábado pasado (25 de enero), cuando, según la Ley de Garantías, el Presidente-candidato ya podía empezar en forma su campaña proselitista, la pregunta que más circuló en el cotarro político estuvo relacionada con quién sería la fórmula vicepresidencial de Santos, sabido que Angelino Garzón no repetirá.

Sin embargo, por más especulaciones e hipótesis que se han puesto sobre la mesa, lo cierto es que, al final de cuentas, son dos los nombres más opcionados a ser los compañeros de fórmula: el general (r) Oscar Naranjo y el exministro Germán Vargas Lleras.

En medio de los debates en torno a los puntos fuertes y débiles de cada uno, los liberales, una vez más, evidenciaron su prevención contra Vargas. El propio Simón Gaviriadijo que Naranjo podría ser una buena opción para ser el segundo a bordo. “… Nadie mejor que el general Naranjo para este momento que vive Colombia. Excelente co-equipero para el presidente Santos”, trinó el jefe liberal.

La polémica alrededor del tema había tenido un pico alto horas antes de la reunión de Santos con los jefes de La U, liberales y Cambio Radical, debido a que Naranjo le dijo a El País de España que “… si el Presidente llegase a ofrecerme la fórmula, ser parte de la fórmula presidencial, yo estaría dispuesto a aceptar ese llamamiento...”.

Sin embargo, en los más altos círculos del santismo y de la campaña reeleccionista se reitera que Vargas Lleras tiene hoy la mayor opción de ser la fórmula vicepresidencial, no sólo porque es uno de los dirigentes con mayor favorabilidad e imagen en las encuestas, sino porque su personalidad y trayectoria política en temas de seguridad sirven para ‘desarmar’ las críticas del uribismo al Gobierno y el proceso de paz.

 

Más movidas

En lo que hace a otras campañas la situación también estuvo movida esta semana.

Por ejemplo, en la Alianza Verde creció la polémica porque el precandidato Enrique Peñalosa insiste en que debería ser ya designado como candidato presidencial, sin necesidad de ir a la consulta popular del 9 de marzo. Según el exalcalde sólo él cumple con el requisito de un mínimo porcentaje de favorabilidad electoral en las encuestas.

Sin embargo, tanto el sector de Progresistas (que sigue las indicaciones de Gustavo Petro) como el de los mockistas no están de acuerdo con Peñalosa y lo tienen bloqueado en una puja interna, mientras que Santos, el aspirante uribista Óscar Iván Zuluaga y la candidata del Polo, Clara López, ya están en campaña por la Casa de Nariño.

El problema es que si Peñalosa quiere que le despejen el camino en la Alianza tendrá que distensionar, primero, sus relaciones con el propio Petro, y sabido es que a éste y sus seguidores (con Antonio Navarro al frente) no les hace ninguna gracia que el hoy precandidato presidencial no haya salido a respaldar directamente al alcalde de Bogotá en medio de la crisis por el fallo de destitución de la Procuraduría como tampoco a decir públicamente que votará en forma negativa la revocatoria del mandatario capitalino.

Y tampoco son leves los vientos que soplan en las toldas del uribismo, ya que en los corrillos políticos continúan las versiones que insisten en que la candidatura de Zuluaga definitivamente no despegó y que deberá tomarse una decisión drástica al respecto: que el exsenador caldense se retire de la contienda y el expresidente y todos sus votos adhieran a la aspirante conservadora Marta Lucía Ramírez.

No hay que olvidar que en los cotarros políticos se insiste en que Zuluaga hoy está por debajo de Peñalosa en las encuestas y hay riesgo de que éste último sea el que finalmente pase a segunda vuelta, junto a Santos, dejando por puertas al uribismo.

 

Lo que viene

De entrada será clave hoy conocer los resultados de una  encuesta que tiene como novedad que ya mide a Santos en su primera semana de Presidente-candidato, refleja los resultados de la impugnada convención conservadora y el impacto de otros aspectos ya mencionados en la puja por la Casa de Nariño.

Igual genera mucha expectativa la realización esta semana de la Junta Parlamentaria de la bancada conservadora (marcadamente santista), en tanto se seguirá esperando un pronunciamiento del CNE frente a la impugnación de la convención.

También hoy habrá una nueva reunión entre los jefes de los partidos reeleccionistas y Prieto para seguir analizando lo relativo a la base programática así como otros aspectos financieros, contables y de logística.

La campaña arranca, pues, con un Santos consolidándose en la contienda presidencial, a tal punto que su coalición apuesta por armar toda una logística política y electoral para poder ganar en primera vuelta en mayo. El ajedrez está ya desplegado y las primeras movidas comienzan a pronosticar una contienda muy candente.