Al tenor de las encuestas, López llegó rápido a su techo, Pardo progresa sólidamente pero no la alcanza todavía y Santos sigue tercero, aunque más lejos. Peñalosa no se sabe qué hará. El resto de la baraja y los puntos fuertes y débiles. Análisis
A siete meses de las elecciones para la Alcaldía de Bogotá, el panorama político en la capital del país aún continúa siendo nebuloso, aunque con el pasar de las semanas las tres candidaturas principales se han ido clarificando y asegurando cupo en el partidor proselitista.
Al tenor de las últimas encuestas sobre preferencias electorales para la sucesión de Gustavo Petro, es evidente que, salvo el caso de Enrique Peñalosa, ya no se esperan mayores sorpresas en cuanto al ramillete de aspirantes.
Las postulaciones de Clara López (Polo Democrático), Rafael Pardo (Liberal y La U) y Francisco Santos (Centro Democrático) no tienen reversa y es seguro que llegarán a la cita en las urnas el último domingo de octubre. Los dos primeros tienen una amplia ventaja en la cabeza de los sondeos y el tercero, pese a los altibajos, se posiciona en la tercera posición. Siendo claro que ninguno de ellos aceptará dar un paso al costado para aliarse con otro del triunvirato, se da por descontado que pelearán hasta el último día para ser el titular del Palacio Liévano a partir del 1 de enero de 2016.
En cuanto al resto de los aspirantes, prima la incertidumbre. En el Partido Verde los dos precandidatos, los concejales Antonio Sanguino y Carlos Vicente de Roux, no despegan en las encuestas. En las toldas de su colectividad sostienen que “es algo natural” toda vez que sólo hasta hace una semanas se oficializaron sus aspiraciones y, a diferencia de López, Pardo y Santos, no llevan cinco o seis meses en actividad proselitista propiamente dada.
En ese orden de ideas, los Verdes consideran que una vez comiencen los debates entre los candidatos, tanto Sanguino como De Roux marcarán una diferencia de fondo frente a la mayoría de sus contrincantes, pues tienen, por su condición de concejales, un conocimiento más puntual y realista sobre las problemáticas de la ciudad y, sobre todo, el pragmatismo que deben contener las soluciones.
Petrismo patina
Por el lado de los petristas la situación no es mejor. Hace escasas tres semanas había tres precandidatos: Holman Morris, María Mercedes Maldonado y Guillermo Alfonso Jaramillo. Sin embargo, un pulso alrededor de la mecánica para la escogencia del candidato único y los roces derivados de la mayor o menor cercanía a Petro y su potencial político y electoral, llevaron a este último a dar un paso al costado.
Esa deserción, sin embargo, no es el mayor problema del petrismo. En realidad los dos precandidatos sobrevivientes marcan muy bajo en las encuestas, a lo que se suma que, paradójicamente, la insólita resurrección del proceso de revocatoria del mandato al Alcalde (por cuenta de una decisión de la Corte Constitucional, ya apelada por la Registraduría), los termina afectando de forma sustancial.
“… Lo peor que les podría pasar a Morris y Maldonado es que Petro vuelva a la plaza pública, pues no sólo concentrará todo el foco político y mediático, sino que le impedirá a sus precandidatos posicionarse como dirigentes autónomos y capaces de asumir las riendas de la ciudad… Petro en campaña contra la revocatoria concentra el pulso en el balance de su gestión, que será clave para una segura aspiración presidencial en 2018, y no en la pelea por la sucesión, que es lo que les conviene a sus pupilos”, precisó a EL NUEVO SIGLO un dirigente petrista de vieja data, que pidió la reserva de su nombre.
“Y lo peor – agregó- es que a Petro no se le ve el entusiasmo suficiente para impulsar a sus precandidatos, que él mismo sabe son ‘peso pluma’, por lo que no pocos apostamos por la opción de buscar una alianza o coalición de centro-izquierda, o simplemente quedarse quieto sin meterse en la candela electoral, a sabiendas que puede salir derrotado en octubre”.
Por el lado de los conservadores, es obvio que faltando siete meses para la cita en las urnas y con tres candidatos ya posicionados y uno más (Peñalosa) en ciernes, la realidad política manda que es muy difícil incursionar tan tarde en el escenario de la campaña.
Al decir de los analistas sólo una posible postulación de la excandidata presidencial Marta Lucía Ramírez podría darles, a estas altura de la puja proselitista, algún chance de pelear por la sucesión de Petro, pero todo hace indicar que la exministra (que en las encuestas se sitúa en la mitad de la tabla) no se arriesgará a una derrota y menos aun cuando su mira continúa puesta en la contienda presidencial de 2018.
La incógnita
Sin embargo, la principal duda a siete meses de las elecciones es qué va a pasar con Enrique Peñalosa, cuya postulación no se puede descartar, al punto que en las encuestas reveladas esta semana, en una aparece en tercer lugar superado por López y Pardo, y en la otra logra un empate técnico con la candidata del Polo en la punta, dejando al exministro de Trabajo en la tercera plaza.
Sin embargo, no hay que olvidar que ya en las tres últimas ocasiones en que Peñalosa se postuló, también figuraba muy alto en las encuestas e incluso las punteaba, pero a la hora de las urnas se quedó por puertas.
En los corrillos políticos se afirma que Peñalosa tendría el apoyo de una facción de Cambio Radical y que incluso sus asesores ya encontraron una fórmula para esquivar el impedimento que le significa que hace parte del Partido Verde y no puede ‘trastearse’ de colectividad a estas alturas de la campaña, en un caso similar al del ex vicepresidente Angelino Garzón.
Sin embargo, la cuestión de cómo convencer a los Verdes que lo apoyen (aunque allí dicen que ya están definidos los dos precandidatos) o si le es viable lanzarse a nombre de otro partido o incluso por la vía de las firmas, terminan siendo los menores problemas del exalcalde. Es evidente que sólo en la medida en que logre consolidar una alianza de centro-derecha a su alrededor, podrá tener una chance real de volver a ser el titular del Palacio Liévano. El problema es que ni Pardo como tampoco Santos están dispuestos siquiera a considerar la idea y han dicho que van directo a las urnas.
Se mantiene, pero…
Todo lo anterior nos lleva a que, salvo lo que ocurra Peñalosa, la puja por la Alcaldía puede estar circunscrita a tres nombres: López, Pardo y Santos.
¿Cuál es el margen de acción de cada uno en una campaña que no sólo tiene un arranque frío y con muy pocos debates sobre propuestas y proyectos, sino en la que todavía faltan de tres a cuatro meses para iniciar propaganda electoral y lanzarse de lleno a la plaza pública?
En las toldas del Polo se dice que si bien su candidata tiene menos ventaja que meses atrás sobre sus contrincantes, ha logrado mantener la punta en las encuestas pese a que en la otra orilla tiene a un candidato de la coalición santista y a uno de los principales alfiles del uribismo, que ganó las elecciones a la Cámara en Bogotá hace un año. Ello demostraría, según las toldas amarillas, que la tesis de que la izquierda está de salida en la capital del país no tiene mucho de cierto.
Pero hay preocupaciones y grandes. En primer lugar, pareciera que la candidata llegó rápidamente a su techo en las encuestas, lo que se evidencia en que en los últimos sondeos retrocede del 36% que alguna vez tuvo o avanza muy pocos puntos en aquellos en donde punteaba con menor ventaja.
En segundo lugar, es claro que López necesita ampliar su coalición de apoyo, pero para ello no sólo se enfrenta a la división de la izquierda (Polo, petrismo, Unión Patriótica y los Progresistas que están en los Verdes), sino que cualquier alianza la acercaría al santismo de centro, algo que los sectores radicales de su partido no están dispuestos a tolerar.
Y, por último, si bien López ha logrado mantenerse lejos del lastre de la cuestionada administración de Samuel Moreno y marcado distancias con la accidentada de Petro, es claro que el nivel de confianza en la capacidad de gobernabilidad de la izquierda en la capital del país está desgastado. Esa situación, por encima de las calidades de la candidata, pesa en su contra y mucho.
Creciendo, pero…
En cuanto a Pardo, es el candidato que más ha crecido en las encuestas, pues en enero apenas si superaba el 10 por ciento. Es claro que el aval liberal y el respaldo de La U son elementos superlativos hacia la meta de convertirse en el candidato de la coalición de Unidad Nacional, sobre todo ahora que está de segundo en las encuestas y con menor desventaja frente a López. Esto hace que su aspiración ya no solo sea viable, sino que tenga chance real de triunfo. Eso, a la hora de las alianzas y los respaldos, es clave.
Sin embargo, hay temas que trasnochan su candidatura. El primero y principal es que no ha podido concretar el apoyo de Cambio Radical, que no sólo es clave por tener detrás a nadie menos que el vicepresidente Germán Vargas Lleras, uno de los pesos pesados de la política bogotana, sino porque si logra allanar su respaldo dejaría a Peñalosa en el aire y sin piso real para lanzarse.
Otro de los elementos que preocupa a las toldas de Pardo es el referido a que todavía no logra convencer al gobierno Santos de jugarse el todo por el todo para que la Unidad Nacional llegue a la Alcaldía de Bogotá. Sería apenas ingenuo negar que hay diferencias entre un Gobierno nacional neutral y uno con candidato propio a la hora de inclinar la balanza electoral en octubre.
Y, en tercer lugar, si bien Pardo se ha fortalecido, sabe que si no logra una coalición de centro-derecha más fuerte a su alrededor, las divisiones del electorado que provocan las aspiraciones de Francisco Santos y una eventual de Peñalosa, no hacen más que favorecer a López, tal como sucedió con Petro en 2011, pues ganó porque la otra orilla fraccionó su potencial electoral entre Peñalosa, Parody, Galán y Luna.
Avanza pero le falta…
Por último está la candidatura del uribista Santos. En el Centro Democrático hay voces que consideran que semana tras semana se ha ido posicionando a medida que participa en debates y se muestra más informado y seguro en materia de propuestas y críticas argumentadas. Igual se afirma que cuando el expresidente Uribe se ponga a “cargarle el megáfono” (como lo hiciera en 2011 con Peñalosa), sus cifras subirán, ya que el uribismo ganó las parlamentarias de Cámara y puede reeditar, enganchado con una lista al Concejo fuerte, el mismo potencial electoral.
Sin embargo, hay analistas que consideran que Pacho Santos tiene un camino muy complicado porque si bien se mantiene tercero o cuarto en las encuestas, las distancias frente a López y Pardo, y hasta con Peñalosa, son cada día más amplias.
Igual se afirma que el uribismo se ha desgastado mucho en el último año, no sólo por la derrota presidencial sino por los roces diarios con el Gobierno y su proceso de paz, lo que le podría pasar factura de cobro en el voto de opinión capitalino, muy decisivo a la hora de las urnas.
Como se ve, el panorama de la campaña en Bogotá sigue nebuloso, así las candidaturas, al menos las tres principales, se estén perfilando y diferenciando cada día más. Pero aún, al tenor de las mismas encuestas, el porcentaje de indecisos y voto en blanco es muy alto. Y eso sólo lo puede cambiar una cosa: la campaña. Pero esta todavía, pese a que sólo faltan siete meses, es muy fría, encerrada y de bajo voltaje, en contravía de las crisis coyunturales y estructurales que agobian la ciudad.