Por Álvaro Sánchez
Especial para EL NUEVO SIGLO
En un vuelo realizado el pasado miércoles encontré un interesante artículo que demuestra que, como consecuencia del calentamiento global, el primer país en desaparecer del planeta será un precioso conjunto de islas del Pacífico; esto ocurrirá antes del año 2090, es decir en menos de 75 años. Ya puestos en términos tan cortos, tenemos que entender que el problema del calentamiento es real y que de alguna manera tenemos que procurar hacer algo que pare el desastre, o cuando menos demore sus desastrosas consecuencias.
El estado, a través del Ideam, ha venido realizando estudios sobre el desarrollo del cambio climático en nuestro territorio y presentado una importante cartografía que muestra el panorama previsto, dada la difícil situación de nuestro país. No sobra recordar que Colombia es el segundo país del mundo en vulnerabilidad al fenómeno. Según este estudio ocurrirán cambios de fondo con anterioridad al año 2100 y la clasificación es la siguiente:
En la región Caribe
· La temperatura promedio aumentará cerca de 2,3 grados y para 2040 habrá aumentado 0, 93 grados.
· Se reducirá drásticamente la provisión de agua potable.
· La precipitación promedio bajará en cerca del 26% y para 2040 habrá caído más de un 14%.
· La producción alimentaria bajará en cerca del 20%.
· Aparecerán nuevas enfermedades como consecuencia de esas condiciones climáticas, dado que éstas alimentan la proliferación de vectores.
En la costa Pacífica:
· La temperatura promedio aumentará cerca de 2,17 grados y para 2040 habrá subido 0,8%
· Se desplazará la biodiversidad propia de la región, con las consecuentes pérdidas de la misma en el proceso.
· La precipitación promedio aumentará en cerca del 19%, generando inundaciones y dificultando aún más las condiciones de vida en la región. Para 2040 habrá subido cerca del 8%.
· Los excesos de lluvia y la variación climática afectarán los pocos sistemas agrícolas de la región, aumentando la vulnerabilidad de la seguridad alimentaria.
· La humedad promedio aumentará sustancialmente, generando un buen substrato para la proliferación de plagas y enfermedades.
En la región Andina
· La temperatura promedio aumentará cerca de 2,19 grados y para 2040 habrá subido 0,9 grados.
· Aumentarán las precipitaciones cerca del 21% y para 2040 se habrán incrementado en cerca del 9%
· Los desastres de origen natural aumentarán, esto debido a los deslizamientos que serán más frecuentes como consecuencia lógica, no solo del aumento de las precipitaciones sino también de la concentración de las mismas.
· Se generarán islas de altas temperaturas que romperán el orden natural de los ecosistemas y generarán la destrucción de los mismos.
En la Amazonia
· La temperatura promedio aumentará cerca de 2,09 grados y para 2040 habrá crecido 0,9 grados.
· Disminuirán las precipitaciones cerca del 25% y para 2040 habrán decrecido en cerca del 11%.
· Los sistemas de regulación hídrica serán afectados en forma drástica y se generará una afectación de la “bomba biótica”, lo que termina por afectar la estabilidad biótica de todo el planeta.
· La destrucción de parte de los sistemas selváticos será irreparable dado el substrato de los suelos amazónicos que tienen vocación desértica.
En la Orinoquia
· La temperatura promedio aumentará en cerca de 2,18 grados y para 2040 habrá subido 0,9 grados.
· La escasez en la producción de alimentos aumentará al disminuir la producción en cerca del 40%.
· La precipitación bajará en un 11% y para 2040 habrá caído en un 2,6%.
· Se producirán innumerables incendios en la altillanura.
Campanazo
Ese es el panorama que presenta el estudio elaborado por el Ideam y esto es a lo que el Gobierno deberá enfrentarse. Tengamos en cuenta que muchos niños de los que están naciendo podrán ser víctimas de las consecuencias previstas para 2100, pero también que muchos de nosotros quizá podamos ver los desastres pronosticados para el 2040.
¿Qué estamos haciendo? Podríamos resumir la respuesta en un lacónico “muy poco”, pero no deja de ser interesante tratar de ver qué es lo que podríamos hacer y no estamos haciendo. Veamos:
· Protección de páramos. En el planeta hay muy pocos países que tengan en su territorio páramos, definidos estos como zonas ubicadas entre los trópicos y con más de 2.800 metros sobre el nivel del mar. Colombia es un país privilegiado en este ítem y cuenta con dos de los tres páramos secos del planeta; muchos gobernantes municipales están interesados en participar en la conservación de aquellos páramos que se encuentran en su territorio, pero lo increíble es que a pesar de todo lo que sobre este tema se habla, no existen recursos para lograrlo. De otra parte existen muchos propietarios de terrenos con éstas especificaciones, no solo no tienen ingresos por su conservación sino que deben pagar costosos prediales por ellos, lo cual acaba generando un desequilibrio pues se les impide utilizar sus terrenos en actividades productivas con el fin de que se dediquen a generar servicios ecosistémicos pero, de otra parte, no se reglamenta ningún pago por dichos servicios.
· Protección de las selvas. Colombia tiene claras reglamentaciones sobre la tala o “aprovechamiento” de sus territorios selváticos, tanto en el Chocó como en el Amazonas. Sin embargo, sorprenden los datos de la deforestación que se vive en ellos y la falta de control que sobre los mismos se aplica. Existen algunos contra sentidos que hacen ininteligible el manejo y el control que se le otorgan al tema. Sirva como ejemplo el hecho de que parte importante de los ingresos de las corporaciones autónomas regionales, como Codechocó, se obtienen de la autorización de permisos de aprovechamiento forestal, llegando así al absurdo de tener que permitir la deforestación para poder mantener en funcionamiento los entes de control que deben velar para que no se deforeste.
· El ordenamiento del territorio. El país sigue en mora de mostrar mayor seriedad en el control del ordenamiento de los territorios. La autonomía de los entes territoriales no puede ser la disculpa para que se sigan construyendo poblaciones en sitios de alto y mediano riesgo, se continúe sobreexplotando el recurso hídrico o para que se sigan concentrando grandes cantidades de personas en zonas muy cerradas, con lo cual se sobrepasa la capacidad de carga de los suministros de servicios ambientales.
Sobre el tema hay mucho más que decir y mucho más que hacer. Hoy ya es tarde para comenzar pero aún se puede lograr algo, mañana ya será inútil cualquier esfuerzo.