Más de veinte años después de las elecciones cuya victoria le fue robada, la opositora birmana y Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi tratará de obtener un escaño de diputada el domingo y regresar al primer plano de la política de su país.
Un total de 45 escaños están en disputa en estas legislativas parciales. La Liga Nacional por la Democracia (LND), la formación en la que la Nobel de la Paz ha hecho toda su carrera, postula a 44 de ellos.
Pero la atención estará centrada en la circunscripción rural de Kawhmu, cerca de Rangún, donde Suu Kyi se somete al veredicto de las urnas por primera vez en su vida.
Esta elección es de primera importancia para occidente que, después de haber aislado a la junta durante décadas y de haberla sometido a sanciones económicas, apoya los esfuerzos del nuevo gobierno.
En 1990, la LND fue despojada de la victoria por la junta, que había encerrado a Suu Kyi. En 2010, la opositora estaba aún en residencia vigilada mientras que su partido boicoteaba las elecciones, desacreditando un proceso marcado por las irregularidades.
San Suu Kyi reconoció, no obstante, que estas elecciones eran imperfectas, pero admitió que eran necesarias. "No creo que podamos decir que se trata de unas elecciones libres y justas, si se tiene en cuenta lo observado en los últimos meses", dijo en una conferencia de prensa realizada en Rangún, en la que reivindicó la necesidad de participar en ellas.
Desde 1990, el poder estuvo en manos de ex militares, pero la actual dirección del país, a la que la Junta dejó el poder hace un año, ha sorprendido al mundo con un programa de amplio programa reformas.
Numerosos prisioneros políticos fueron liberados y en agosto pasado, Suu Kyi fue invitada por el presidente Thein Sein a la capital Naypyidaw y reintegró el contexto político oficial.
Actualmente, la opositora se despojó de su estatuto de prisionera desconectada de su país, para aparecer como figura tutelar de la oposición y candidata a diputada, con la bendición de sus enemigos de ayer.
En las últimas semanas, la opositora de 66 años ha recorrido el país a lo largo y ancho, aportando su carisma y su notoriedad a candidatos de la LND a veces sin experiencia y a menudo enfrentados a figuras locales de peso, sobre todo en las zonas étnicas.
Alentada por multitudes, apunta a obtener la victoria en todas partes. Pero luego de pequeños problemas de salud, el fin de semana pasado, su médico le ordenó poner fin a su campaña.
La prudencia domina en un país que sale de 50 años de dictadura militar. Los opositores aluden que quedan prisioneros políticos. Y el optimismo no es compartido en los confines del país, donde algunas minorías étnicas - un tercio de la población - siguen contestando la autoridad de Rangún.
En el extremo norte del país, incluso han continuado los violentos combates.
A pesar de todo, las elecciones siguen siendo una esperanza mayor.
"Es un momento crítico para el gobierno (...) Es su punto de referencia, su prueba fundamental", estimó Toe Zaw Latt, director de la oficina de Bangkok de la Democratic Voice of Burma (DVB), un grupo de medios birmanos en exilio.
En las últimas semanas, la LND ha denunciado irregularidades, sobre todo en las listas electorales. Pero el presidente Thein Sein, cuya política se enfrenta a veces a la resistencia de conservadores intransigentes, reconoció "errores inútiles".
De todas maneras, el riesgo es nulo para el Partido de la Solidaridad y del Desarrollo de la Unión (USDP, mayoritario) que había reivindicado más o menos 80% de los escaños en 2010 y que cuenta con la fidelidad de un cuarto de los parlamentarios, militares designados.
Para enfrentar eventuales contestaciones, la semana pasada se invitó a observadores extranjeros. Gesto tardío pero saludado como el signo de que Naypyidaw quiere que estas parciales tengan éxito, para negociar mejor la suspensión de las sanciones.
AFP