El propósito del Gobierno y del Banco de la República de sacar en poco tiempo un billete de 100 mil pesos, calentó el debate sobre las modificaciones que debe hacer el país con respecto al valor de su moneda, situación que ha vuelto a poner sobre el tapete la discusión sobre la conveniencia de quitarle 3 ceros al valor de los billetes.
El primer personaje que defiende la iniciativa es el gerente general del Banco de la República, José Darío Uribe, quien se ha mostrado partidario de las dos medidas. “Si el Gobierno y el Congreso deciden quitarle 3 ceros al peso colombiano, el Banco de la República está en la capacidad de hacerlo”, afirmó Uribe, cuando la semana pasada defendió las propuestas.
Sin embargo para el Emisor es fundamental sacar cuanto antes el billete de 100 mil pesos, debido a que “existe una creciente demanda de billetes de alta denominación que el Banco está en la obligación de cubrir”.
Sobre el nuevo billete, Uribe dijo que hay estudios técnicos que indican que en las actuales circunstancias de la economía, es indispensable emitir una nueva denominación de medios de pago.
El directivo respondió así a críticas de la Asociación Bancaria, y desvirtuó que la medida estimule movimientos ilícitos de dinero en efectivo o incluso eleve la inflación como lo advierte el gremio financiero.
El panorama
Sin embargo, este nuevo panorama para los nuevos billetes en Colombia, va a volver a elevar el debate sobre su conveniencia. Para el analista Bernardo Ramírez, “la situación no está clara. Yo diría que las dos medidas se deben complementar. Si ahora se saca un billete de 100 mil pesos, que por lo menos va a costar unos 27 mil millones de pesos su fabricación y puesta en circulación, se debería debatir primero la conveniencia de acelerar el proyecto de eliminar los tres ceros al billete. Si esto avanza saldría todo más barato, ya que no se requerirá un billete de tan alta denominación sino de un valor menor”.
La iniciativa de quitarle tres ceros al peso completa este año 15 años de discusión. Cuando el presidente Juan Manuel Santos se desempeñaba como Ministro de Hacienda en el 2000, se presentó la iniciativa al Congreso de la República sin éxito. En su momento, el senador José Jaime Nicholls, planteó y radicó la primera reforma a la denominación de las monedas. De acuerdo con el proyecto presentado en ese entonces, el objetivo principal de quitarle tres ceros al peso era “simplificar el manejo de cantidades en moneda nacional”.
De acuerdo con el consultor en temas económicos y legislativos, Javier Hoyos Arboleda, entre los beneficios de la iniciativa están la facilidad en las transacciones económicas, así como la simplificación en la elaboración de los estados financieros y en los sistemas contables para evitar tanta digitación.
Sin dolarización
Un punto clave es que no habrá un proceso de dolarización, lo que se hace normalmente cuando se pierde la confianza en la moneda local. Además, con esto se afectaría la autonomía monetaria del Banco de la República.
Así las cosas, el principal impacto con la eliminación de los tres ceros en el peso sería psicológico, pues las personas pueden considerarlo como una pérdida de valor. Por ejemplo, quien gana $1’000.000 recibirá sólo $1.000.
Sin embargo, hay que aclarar que no habrá una pérdida en el valor de la moneda, puesto que los productos o servicios que se compran y se venden lo conservan.
Habría redondeos hacia arriba en los precios de productos muy baratos y problemas en la devolución de las transacciones, por lo cual sería necesario que se expidan monedas de baja denominación (es decir, desde un centavo) para facilitar el pago en cantidades exactas y evitar el redondeo.
El costo
Otro de los impactos sería el costo que representa para el erario. No obstante, el gerente del Banco de la República, José Darío Uribe, señaló que el cambio no sería alto debido a que a medida que se deterioran los billetes, se cambian. En las monedas el caso es diferente por lo que sí habría un costo, pero dependerá de la rapidez con que se realice el cambio.
Sin embargo, el cambio de los billetes va a suponer una transformación de la contabilidad en el país, sobre todo en los software tanto de las empresas como de la DIAN y de las otras entidades del Estado.
Esta iniciativa no ha sido descartada por el Gobierno y por el contrario, a finales del año pasado, el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, dijo que enviará un proyecto de ley al Congreso para borrar tres ceros de la moneda, llevando al peso hasta 2,2 por dólar. El argumento es que el tipo de cambio de cuatro dígitos confunde y crea una imagen negativa para una nación que dejó atrás el descenso financiero de los años 1980 y 1990 cuando el país estaba ligado a los carteles de la droga.
Además, el ministro de Hacienda, explicó que la propuesta tiene el objetivo de modernizar el sistema monetario y acogerse a estándares internacionales.
Esto debido a que la mayoría de países maneja una moneda con menos dígitos y lo que se quiere es estar más acorde con el mercado externo.
En el tercer intento de avanzar con el proyecto en el Congreso, el Senador Camilo Sánchez manifestó que el costo fiscal de este proyecto sería de 220.000 millones de pesos. Imprimir nuevos billetes y hacer monedas de centavo (volverían los centavos) sería uno de los primeros pasos.
La conveniencia
Frente a la emisión y conveniencia del billete de 100 mil pesos, el gerente del Banco de la República, José Darío Uribe, confirmó la emisión del billete de mayor denominación en el país. Señaló que una de sus caras tendrá una representación gráfica de Carlos Lleras Restrepo, uno de los expresidentes más recordados del país.
“Hay una ley que fue aprobada hace un buen número de años que dice que la próxima denominación del billete debe salir con la cara del doctor Carlos Lleras Restrepo”, indicó Uribe.
El funcionario también puntualizó que la circulación del billete será alta y su emisión va de la mano al estándar del nivel de ingresos medios de los habitantes del país.
Para tomar la decisión de la emisión también se tuvo en cuenta la evolución del billete de $50.000 desde que fue emitido hace algunos años.
Todos estos factores hicieron que el Banco de la República tomara la decisión de poner el billete de mayor denominación que ha tenido el país durante las últimas décadas.
Se estima que el nuevo billete podría entrar en circulación a finales del año próximo o principios de 2016.
Sin embargo, la Asociación Bancaria, Asobancaria, dijo que la adopción de un billete de $100 mil, no es conveniente para el país. Señala el organismo que con poca resistencia ha sido recibida la noticia de la creación del billete de $100 mil, una medida que se ha venido cocinando desde hace algún tiempo y cuya materialización parece estar ad portas.
Los ingresos
Indica la Asociación, que los resultados para Colombia, respecto a una muestra representativa de países permiten concluir que habría espacio para emitir un nuevo billete con mayor denominación.
“En efecto, desde que se incorporó el billete de $50 mil en el año 2000, nuestro ingreso per cápita ha pasado de 2.500 dólares a niveles de 7.800 dólares, lo que representa un crecimiento de 212% y de allí que esta iniciativa luzca en principio razonable. También es cierto que, si bien el diseño e impresión de un nuevo billete acarrea costos, la emisión del mismo -en este caso- contribuiría a una reducción en el gasto de imprenta del Banco de la República (el cual supera los 70 mil millones de pesos al año), toda vez que se requeriría menos circulante para mantener una misma base monetaria”.
Señala Asobancaria que “Colombia tiene en este aspecto algunas particularidades que, de entrada, hacen que esta medida luzca desafortunada. Y es que no son pocas ni menores las razones que hacen que debamos ver con reserva esta medida que, entre otras cosas, conllevaría a reducir de forma sistemática el costo asociado al uso del efectivo”.
El efectivo
Cabe recordar que, como lo ha venido señalando tanto la Asociación Bancaria como distintos diagnósticos académicos, en Colombia los niveles de uso del efectivo lucen elevados y son significativamente superiores a los que debería tener de acuerdo con su nivel de desarrollo.
A este respecto, la Asociación Bancaria ha venido señalando en varias oportunidades que este rezago en los niveles de uso del efectivo tiene perjudiciales efectos sobre el desempeño de la economía colombiana y de allí que reiteremos la inconveniencia de esta iniciativa en la medida que obstaculiza los avances en materia de reducción del efectivo y pone trabas adicionales a los procesos de inclusión financiera.
Entre las principales razones que aduce el gremio financiero para la medida, está el de “facilitar el transporte de los dineros ilegales y fomenta por esta vía la ilegalidad. El efectivo garantiza el anonimato de quienes lo utilizan, gracias a la elevada dificultad para rastrear las transacciones realizadas por este medio”.
“Lo anterior entorpece el proceso de vigilancia por parte de las autoridades por lo que promueve la realización de actividades ilegales en un país donde el tamaño de la economía que opera por fuera de la ley oscila entre un 1,6% y 3.0% del PIB”.
De otro lado, la iniciativa contribuye a dinamizar la evasión en la medida en que termina fomentando el uso del efectivo de transacciones de muy alto valor. Esta medida no está orientada para el uso del efectivo en actividades cotidianas como el pago del transporte público o compras de bajo costo, sino para fomentar, en personas de ingresos altos, el uso de efectivo en transacciones de alto valor (finca raíz, vehículos, etc.), lo que resulta proclive a la evasión de las obligaciones tributarias. Ello sin desconocer que el uso del efectivo impone ciertas dificultades en la vigilancia de las normas tributarias por parte de la DIAN.
Informalidad
Manifiesta Asobancaria que el mayor uso del efectivo terminará promoviendo la informalidad en la economía, que en Colombia se encuentra entre el 30% y el 38% del PIB. Cabe recordar que las transacciones en efectivo impiden en muchas ocasiones que las autoridades puedan verificar los ingresos efectivos de algunas firmas, por lo que los impuestos directos -como el impuesto a la renta- y los indirectos -como el IVA y el ICA- tienden a evadirse.
Explican los bancos que “aunque son aparentemente loables las motivaciones del Banco de la República para la emisión del billete de $100 mil, en opinión de la Asociación Bancaria esta iniciativa resulta altamente inconveniente en la medida en que no sólo terminará promoviendo el uso del efectivo con todos sus efectos adversos sino que terminará constituyéndose como un palo en la rueda adicional en materia de inclusión financiera y bancarización”.
El ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, dijo sobre el billete de $100.000 que “de todas maneras, en el mejor de los casos, un billete de esa denominación no circularía antes del segundo semestre del 2015”.
El tema sobre la emisión de un billete de $100 mil no es nuevo en el seno del Emisor. Ex codirectores de la entidad recuerdan que hace alrededor de siete años se habló del asunto y se corrieron los modelos para ver la posibilidad de tomar la decisión, pero se comprobó que no era necesario hacerlo.
Otros ex directivos del banco central señalan que el organismo tiene modelos matemáticos para determinar cuál es el momento de sacar una nueva denominación de billetes, y con base en los resultados se toma la decisión. En opinión del excodirector del Banco de la República, Juan Mario Laserna, el país no necesita en la actualidad un billete de $100 mil porque tiene una inflación baja y controlada alrededor del 3 por ciento y porque los actuales billetes de $50 mil son suficientes para las necesidades de la economía.
El billete más reciente que se lanzó en Colombia es el de $50 mil, que salió a circulación en el año 2000. Según estadísticas del Banco de la República con corte a septiembre pasado, en Colombia circulan 2.220 millones de unidades de las distintas denominaciones. En monto, eso representa 45,8 billones de pesos.