El hallazgo de tres especies y dos subespecies demuestra la importancia del área de influencia del páramo de Belmira (Antioquia) para la conservación de mariposas altoandinas y su aporte a la diversidad regional del norte de los Andes. De la preservación de esta zona dependerá la “salud” de estos ecosistemas.
En Lilliput, nación insular ficticia ubicada en algún sitio del océano Índico, transcurre la primera parte de la famosa novela publicada en 1726. Allí todo es diminuto: las personas no superan las seis pulgadas, igual que los animales y las plantas.
Lo que no es fantasía es la Lymanopoda ionus lilliput, una de las dos subespecies de mariposas de la familia Nymphalidae encontradas en la zona de influencia del páramo de Santa Inés, en Belmira (norte de Antioquia), llamada así como una forma de homenajear a ese pueblo imaginario, pues por su particular tamaño pareciera liliputiense.
La otra subespecie hallada en dicha zona es la Apexacuta orsedice mariadelmarae, que forma parte de un grupo de mariposas poco abundantes de las regiones altas de los bosques húmedos y que se diferencia por tener clara el ala posterior, generalmente naranja, con coloración oscura en las venas y en los bordes.
Así como Lilliput fue honrado con la Lymanopoda ionus lilliput, también lo fue Héctor Rojas, coordinador técnico del Distrito de Manejo Integrado de Belmira –quien acompañó y colaboró con el inventario de las mariposas y la definición de las áreas de muestreo–, pues con su apellido se bautizó la especie Panyapedaliodes rojasi que habita en la zona de transición (ecotono) entre bosques y páramos.
Según el artículo publicado en la revista científica Zootaxa, es muy probable que Panyapedaliodes rojasi sea una especie endémica del macizo de Belmira, pues no se ha encontrado en Antioquia en elevaciones de alrededor de 3.000 msnm, incluyendo las partes más altas de los macizos de San Félix y del Padre Amaya.
Además de esta se encontraron dos especies más: la Pedaliodes nutabe, hallada en la vereda El Yerbal (Alto de Malvazá) y nombrada así en honor a la comunidad indígena precolombina que habitaba el norte de Antioquia, zona en la que se desarrolló el estudio; se trata de insectos marrones con franjas amarillo rojizo en las alas posteriores, que se encuentran en el ecotono de bosque-páramo; y la Lymanopoda casneri, cuya particularidad radica en que es una mariposa relativamente clara en comparación con la mayoría de los oscuros congéneres que habitan la zona.
“La especie más cercana a la Lymanopoda habita a más de 100 kilómetros del área de estudio”, afirma Carlos Federico Álvarez Hincapié, profesor de la Corporación Universitaria Lasallista, cuya tesis de doctorado en Ecología en la UN Sede Medellín dio origen a estos resultados, los cuales ratifican que el páramo de Belmira es un importante centro de diversidad al norte de los Andes colombianos, a pesar de ser una zona muy intervenida por acción del hombre.
Rica en mariposas
El inventario se efectuó entre junio de 2011 y abril de 2014, con 133 días de campo desarrollados de forma alternante entre 12 localidades situadas desde los 2.650 hasta los 3.300 msnm, con coberturas vegetales de pastizal, bosque de niebla, páramo y mosaico, que incluyen pastos, bosques y diferentes estadios sucesionales de regeneración natural.
El procesamiento del material se realizó en el Laboratorio de Biología y Sistemática de Insectos de la UN Sede Medellín, con el apoyo del Grupo de Investigación en Sistemática Molecular, y con la colaboración del Zoological Museum of the Jagiellonian University de Cracovia, Polonia. Después los ejemplares se depositaron en la colección del Museo Entomológico Francisco Luis Gallego de la Sede, con copias en el Instituto Alexander von Humboldt (Villa de Leyva).
Para determinar estas nuevas especies y subespecies también se extrajo el ADN de las patas de los ejemplares estudiados; así se obtuvieron las secuencias usadas para determinar la identidad de los insectos, las cuales fueron comparadas con las ya disponibles de otras especies cercanas. Después los genes se indexaron en la GenBank, base de datos global disponible en línea que recopila y pone a disposición información genética sobre la biodiversidad.
En Belmira se registraron 142 especies de mariposas, incluyendo 50 de la subtribu Pronophilina, grupo dominante en las zonas de montaña. Esto convierte el área de estudio en la segunda en riqueza de especies de mariposas de montaña al norte de los Andes, después del Parque Nacional Natural Tamá, ubicado en la cordillera Oriental.
Capital natural
Además de identificar el patrimonio en mariposas de la región, la investigación del doctor en Ecología evaluó los impactos ambientales y antrópicos en la zona. Al respecto, menciona que “por su sensibilidad a los cambios y perturbaciones que pueda tener su hábitat y su entorno, las mariposas se utilizan para determinar el estado de conservación de un área de estudio”. Por ejemplo, las larvas se alimentan de plantas, las defolian para el reciclaje de nutrientes y son polinizadoras, por eso estudiar su abundancia ofrece una idea de la “salud” de los ecosistemas.
El profesor Héctor Iván Velásquez, de la Facultad de Minas de la UN Sede Medellín, destaca que el aporte principal de esta metodología es “reunir áreas como ingeniería, economía y sistemas biológicos, para evaluar las implicaciones de las transformaciones del entorno por las actividades del hombre”.
Al analizar la diversidad de mariposas, el componente genético, la biomasa y la exergía se encontró que el capital natural presenta una disminución ante las transformaciones antrópicas, es decir que es mucho mayor en los bosques en comparación con las áreas intervenidas, como los pastizales.
En ese sentido, concluye la investigación, para desarrollar medidas de conservación es necesario incluir el máximo rango altitudinal posible, lo que demuestra la necesidad de fortalecer el estatus de conservación del área del páramo de Belmira incluyendo zonas por debajo de los 2.800 msnm.