El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, ha dado un giro en política internacional, con el envío de 50 efectivos de fuerzas de operaciones especiales a Siria. Así entra E.U. a tomar parte en un conflicto que lleva 4 años entre las fuerzas gubernamentales del presidente Bashar al Assad y rebeldes que quieren derrocarlo. Esta guerra ha provocado la muerte de 250.000 personas y millones de refugiados. La situación se ha tornado más compleja con otro actor, el Estado Islámico -EI-. La misión principal de las tropas estadounidenses es combatir a este grupo radical violento.
Un cambio de estrategia de la Casa Blanca que desde hace varios años decidió no participar en forma directa en guerras fuera de su territorio. En pasadas intervenciones como Irak, Afganistán, también hay que incluir a Vietnam, entre otras, no han salido bien librados los estadounidenses.
El despliegue militar fue autorizado por el mandatario este fin de semana. Una de sus tareas prioritarias es apoyar a los grupos antiyihadistas, que también están en contra del Presidente sirio. Una variación sustancial del enfoque que hasta ahora había dado Obama respecto de la no presencia de soldados estadounidenses en suelo del país árabe. Sin embargo, en la Oficina Oval se dice que no hay tal cambio y que las tropas destacadas en Siria van a cumplir un cometido de refuerzo de la capacidad de las fuerzas locales para enfrentar al Ejército Islámico en el terreno. Hay que destacar también el involucramiento de Rusia desde hace un mes, y que según Moscú, su objetivo es el EI, aunque muchos sostienen que el propósito es ayudar al Al Assad.