Superar todo el sistema de cordilleras y los pasos de montaña, deslizamientos, derrumbes y problemas geotécnicos por donde cruzan los corredores viales, son entre otros los motivos que obligan al desarrollo de túneles carreteros en Colombia.
Un ejemplo de ello es el corredor Bogotá-Buenaventura, donde el Instituto Nacional de Vías ejecuta dos importantes megaobras como son la Segunda Calzada Loboguerrero-Buenaventura y el Cruce de la Cordillera Central.
En estas obras de alta ingeniería que han implicado atravesar las cordilleras Occidental y Central, el Instituto Nacional de Vías (Invías) viene conectando al puerto de Buenaventura -desde donde se generan el 45% de las importaciones y exportaciones del país-, con los principales centros de consumo del Valle del Cauca, Nariño, Eje cafetero y centro de la Nación, impulsando la competitividad para la economía colombiana.
“Atravesar la cordillera Occidental era un reto de ingeniería pero hacerlo en doble calzada era todo un desafío”, explicó el Director General (e) del INVÍAS, Ernesto Correa Valderrama, al referirse al proyecto Loboguerrero Buenaventura.
Doble calzada Loboguerrero-Buenaventura
El balance de los trabajos da cuenta de la construcción de 48 kilómetros de doble calzada, de los cuales se han dado al servicio 40 kilómetros, con los que se mejora la movilidad para los transportadores de carga.
También se han construido 62 viaductos que suman unos 7 kilómetros y 17 túneles, entre otros, los cuales suman aproximadamente 9 kilómetros con longitudes entre 200 metros y 1,4 kilómetros, que han permitido acortar notablemente el tiempo de desplazamiento y reducir los costos de operación.
Túnel de la Línea y obras anexas
En lo que corresponde al Cruce de la Cordillera Central, se trata de la construcción de una vía en medio de la cordillera Central para continuar interconectando de manera más expedita al Pacífico con la capital del país, esta vez haciéndole el quite a las montañas entre el Tolima y el Quindío.
“Las obras del túnel son también ambiciosas, con las dificultades propias del terreno en el que se desarrollan: con mucha agua y roca”, anotó el Director General (e).
No obstante, aseguró, el compromiso del Gobierno Nacional es terminar los 8,65 km del túnel principal; los 8,5 km del túnel piloto; la construcción de 9,35 km de segunda calzada, en el Quindío y de 8,91 km en el Tolima a los que se suman 20 túneles cortos, 24 viaductos, el intercambiador de Versalles y la instalación de los equipos electromecánicos sin descontar las obras anexas, ya concluidas.
Bogotá-Girardot
El corredor en su tramo final cuenta con otra obra de gran envergadura como es el Túnel Guillermo León Valencia, conocido también como como el Túnel de Sumapaz, ubicado entre Boquerón y Melgar, en el denominado sector de la Nariz del Diablo, el cual tiene una longitud de 4,2 kilómetros.
En Colombia como en el resto del mundo, los túneles carreteros son alternativas de construcción que han tenido mayor impulso con miras al desarrollo comercial y económico, para salvar las dificultades de tipo topográfico y geológico.
“En nuestro país el amplio crecimiento en el número de metros diseñados y contratados para esas estructuras, nos pone entre los líderes de la región que más trabajan en ese tipo de estructuras viales”, señaló el ingeniero Correa Valderrama.
Los túneles también han sido protagonistas en el cruce de la cordillera Oriental en la vía que de Bogotá conduce a Villavicencio, a cargo de la Agencia Nacional de Infraestructura, donde se han construido 23 túneles, permitiendo mejorar las condiciones físicas para la comunicación, concluyó el Director (e) del Invías.