Al menos cinco personas murieron este jueves en Bagdad en la explosión de seis coches bomba, principalmente en barrios chiitas, horas después de que parlamentarios norteamericanos criticaran al gobierno iraquí por no trabajar rápido en favor de una reconciliación nacional.
Las seis explosiones se produjeron en menos de una hora en torno al mediodía (09H00 GMT) en distintos barrios de la capital iraquí y causaron decenas de heridos, según responsables de seguridad y médicos.
La población de cuatro de los barrios es mayoritariamente chiita. Las otras dos explosiones tuvieron lugar en el barrio comercial de Karrada, en el centro de Bagdad.
Estos atentados se produjeron un día después de que 33 personas perdieran la vida en la capital en una serie de ataques en las inmediaciones de la Zona Verde, un sector fortificado de Bagdad donde se encuentran el Parlamento y las embajadas de Estados Unidos y Gran Bretaña.
Por ahora, ningún grupo ha reivindicado esos atentados, pero en anteriores oportunidades, yihadistas como los del Estado Islámico en Irak y el Levante (EIIL) reivindicaron atentados contra barrios chiitas.
Pocas horas antes de las explosiones, legisladores norteamericanos habían criticado enérgicamente la política del primer ministro iraquí Nuri al Maliki, al que acusan de alimentar la ola de atentados suicidas con la lentitud de la reconciliación entre los chiitas y los sunitas.
En varias oportunidades, expertos y diplomáticos extranjeros destacaron el papel del descontento de la comunidad sunita en el aumento de la violencia. Tan sólo en el mes de enero, los ataques dejaron más de 1.000 muertos.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, también hizo un llamado a las autoridades iraquíes a trabajar en favor de una reconciliación nacional, pero cuando faltan dos meses para las elecciones legislativas, el primer ministro, el chiita Nuri al Maliki, sigue aplicando la línea dura.
El presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes estadounidense, Ed Royce, destacó el miércoles que los grupos extremistas armados sunitas aprovechaban el sentimiento de "alienación" de la minoría sunita ante un gobierno dominado por los chiitas y que tiene relaciones estrechas con su vecino Irán.
"Al Qaida logró explotar con talento la división confesional, y el férreo control del poder por parte de Maliki les dio municiones", denunció Royce.
Los yihadistas del EIIL están involucrados en combates con las fuerzas de seguridad en Al Anbar, una provincia de mayoría sunita al oeste de Bagdad y fronteriza con Siria, que fue un bastión de la insurrección después de la invasión liderada por Estados Unidos de 2003.
Miembros del EIIL y de otros grupos armados, así como combatientes de las tribus antigubernamentales, controlan desde principios de enero la ciudad de Faluya y zonas de Ramadi, a 60 km y a 100 km de Bagdad respectivamente.
Las fuerzas de seguridad lanzaron ofensivas y lograron reconqusitar algunos barrios de Ramadi, pero en su mayor parte permanecen fuera de Faluya por miedo a un baño de sangre en caso de intervención.
Más de 140.000 personas escaparon de la violencia en la provincia de Al Anbar, el mayor desplazamiento de población en los cinco últimos años en Irak, según la ONU.