Angela Merkel reiteró su oposición a las "soluciones fáciles" antes de viajar a París para cenar con François Hollande, en víspera de una cumbre de la que se espera que salgan remedios a la crisis en Europa, asustada por una España que se tambalea.
En un discurso ante los diputados del Bundestag, cámara baja del parlamento, la jefa del gobierno alemán advirtió una vez más que no hay "solución rápida (ni) fácil para la crisis", echando un jarro de agua fría a las expectativas de la cumbre de mandatarios de la Unión Europea este jueves y viernes en Bruselas.
Las reformas estructurales en los países con problemas estarán "en lo alto de la agenda" de la cumbre, recordó la canciller, que dijo esperar "controversias" y que "todos los ojos, o al menos muchos, estén puestos en Alemania", dejando claro que la única medicina para salir de esta crisis que amenaza con llevarse por delante el euro es la austeridad.
Y es que las fuerzas de la primera economía europea no son ilimitadas, y Berlín ya ha hecho suficientes concesiones a Europa, estima la jefa del gobierno alemán, que ha repetido su oposición a cualquier forma de mutualizar la deuda en la zona euro mientras no se refuercen las posibilidades de "control y de intervención" de los presupuestos nacionales.
La víspera, en una reunión con un grupo de parlamentarios, Merkel habría dicho que los eurobonos, que muchos consideran como la salvación de la unión monetaria, no verán la luz mientras esté viva.
Para Berlín, estos instrumentos sólo pueden llegar después de una mayor integración europea en la que los países miembros cedan cada vez más soberanía a favor de Bruselas.
Es esto lo que Merkel quiere poner en la mesa de negociaciones en Bruselas, sobre la base de la hoja de ruta preparada por el presidente de la UE, Herman van Rompuy, que propone la creación de una unión bancaria y económica a lo largo de los próximos diez años.
Evitar el contagio
Si la idea de más integración cuenta con aceptación, para muchos es un asunto secundario dada la gravedad de la crisis.
Chipre se convirtió a principios de semana en el quinto país de la Unión Monetaria en pedir ayuda a sus socios mientras España e Italia están más que nunca en el ojo del huracán.
La caída del Producto Interno Bruto (PIB) español se aceleró en el segundo trimestre, advirtió el miércoles en Banco de España. El presidente del gobierno, Mariano Rajoy, también ha advertido que el país no podrá financiarse por mucho tiempo con las tasas de interés actuales, que se sitúan ligeramente por debajo del 7% (6,8%) para la deuda a diez años.
Y en Italia, la Banca Monte dei Paschi di Siena (BMPS), última víctima de la crisis, necesita 1.500 millones de euros del estado.
Para evitar el contagio a toda la zona euro, los europeos deben "tomar acciones para incentivar el crecimiento, y la creación de empleo", dijo un portavoz de la Casa Blanca estadounidense, haciéndose eco de las esperanzas que suscita la cumbre de Bruselas.
Pero dichas esperanzas pueden recibir un duro revés en cuanto al crecimiento. La pasada semana, los mandatarios de Alemania, Francia, España e Italia propusieron un "pacto" para movilizar entre 120.000 y 130.000 millones de euros, cerca de un 1% del PIB europeo, a corto plazo.
"Una engañifa", zanjó este miércoles el semanario alemán Spiegel, pese a que la canciller Angela Merkel considera que la propuesta es "una señal fuerte".
De todas formas, "los mercados han aprendido a no tener demasiadas esperanzas en estas (cumbres)", comentaron los analistas del Commerzbank.
Las bolsas europeas recuperaban un poco de aliento este miércoles. Pasadas las 13H00 GMT, Fráncfort subía 0,23%, París 0,40%, Madrid 0,27%, Londres 0,60% y Milán 1,11%.