500 mil estudiantes no recibieron alimentación escolar en 2020 | El Nuevo Siglo
Foto cortesía Mineducación
Domingo, 24 de Octubre de 2021
Mario F. Hurtado

En 2020, siete millones de estudiantes colombianos no pudieron asistir a la escuela por las decisiones tomadas sobre la pandemia de covid-19. En su momento se afirmó que lo importante era garantizar la salud de los colombianos y de hecho hoy todavía no existe un regreso completo.

Siguen la mayoría de los colegios públicos con muy pocos estudiantes y en algunos departamentos el retorno se ha atrasado por completo. Esa situación trajo todas las afectaciones en la calidad educativa. Un retroceso significativo en el aprendizaje y la formación de los estudiantes.

A esa situación se suma el estudio que entregó esta semana el Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) que analizó los datos de calidad de vida del DANE y evidencia que casi 500 mil estudiantes dejaron de recibir la alimentación escolar, que en muchos casos es el único alimento que reciben en el día.

El informe presentado indica que hubo una reducción del 15% en la cobertura de la alimentación escolar. Para ese estudio analizaron la cobertura por nivel educativo y notaron un cambio mayor desde que comenzó la pandemia. Los cambios más representativos fueron en prescolar donde cayó del 78% de cobertura en alimentación al 67%. Eso se traduce en que 72 mil infantes dejaron de recibir alimentación.

Para los estudiantes de primaria la situación fue la siguiente: una reducción del 8% que se traduce en que 262 mil estudiantes dejaron de recibir alimentación, y para secundaria 143 mil estudiantes dejaron de recibir alimentación, lo que representa una reducción del 6% frente a 2009.

Las ciudades donde aumentó el problema de forma considerable y redujeron la cobertura de alimentación escolar fueron Valledupar en Cesar, Bello y Apartadó en Antioquia, Soledad en Atlántico y Soacha en Cundinamarca, en los cinco municipios con Secretaría de Educación, uno de cada tres estudiantes, se quedaron sin alimento.

Los municipios que lograron mantener la cobertura y mantuvieron la alimentación a sus estudiantes fueron Ciénaga en Magdalena, Sogamoso en Boyacá, Tuluá y Jamundí en el Valle, Lorica en Córdoba y Chía en Cundinamarca. Los departamentos donde se logró al menos dar una ración de alimento a los estudiantes fueron Santander y Boyacá.



El asunto es que varias secretarías aumentaron contratos para otorgar bonos en supermercados para suplir el vacío del cierre de las escuelas y a muchos padres se les motivó la permanencia con el fin de entregarles el bono de comida. Pero, a pesar de ello la situación de acceso alimentario es crítica para miles de estudiantes colombianos.

El estudio presenta varias recomendaciones entre las que se destaca:

1. Aumentar la cobertura, debido a que en las regiones más pobres del país el acceso solo a la alimentación escolar solo llega al 40% de la población.

2. Mejorar la calidad de los alimentos que se consumen. La corrupción ha sido la protagonista en casos donde se entregan productos de mala calidad, vencidos o sin una mínima tabla nutricional.

3. Gestionar los recursos de una forma más eficiente. La entrega de bonos en tiempos el confinamiento extremo puso en evidencia que no llegaron a los menores y a resolver su acceso nutricional.

4. Aumentar las porciones pues varios casos evidencian que las raciones son muy pequeñas y una acción que debe surgir de la política alimentaria de los estudiantes colombianos es mejorar aspectos como talla, peso, crecimiento y nutrición balanceada.

El retorno a clases debe ser integral, con calidad educativa, evaluación y seguimiento. Pero también que el servicio alimentario se entregue con calidad, debido a que lamentablemente para algunas secretarías de educación e inclusive para el Ministerio la provisión de alimentos se ha convertido en el eje central de un sector que debe pensar en currículo, educación de calidad, formación docente, infraestructura entre otros aspectos.

Por eso, no se puede dejar pasar de largo que se dediquen a comprar comida y las irregularidades en el servicio estén a la orden del día. Control y seguimiento para que la brecha que está aumentando en el sector educativo no se extienda también a la nutrición y el acceso a los alimentos.