La derecha dura llega de la mano de Meloni al gobierno de Italia | El Nuevo Siglo
AFP
Domingo, 25 de Septiembre de 2022
Agencia Europapress

Por Pablo Uribe Ruan

Especial para EL NUEVO SIGLO

 

La coalición de derecha ha logrado la mayoría suficiente para formar gobierno en Italia y nombrar a la primera mujer primera ministra en la historia del país, la popular Giorgia Meloni, una seguidora del neofascista Giorgio Almirante, y quien se convierte en la líder de la extrema derecha en Europa, por encima de figuras como Víctor Órban de Hungría, Andrzej Duda de Polonia y, muy por delante, de la hasta entonces cara más visible de esta línea política, Marine le Pen, en Francia.

En una jornada que coincidió con el comienzo del otoño y tormentas eléctricas en gran parte del país, la coalición de centroderecha, conformada por Los Hermanos de Italia (Meloni), la Liga del Norte (Mateo Salvini) y Forza Italia (Silvio Berlusconi) lograba (al cierre de esta edición, 1:30 a.m., Roma) un 43% en la Cámara de Representantes y un poco más del 40% en Senado (sondeo RAI). Para Meloni, la noche ha sido particularmente especial. Fundado hace 10 años, su partido, los Hermanos de Italia, ha logrado multiplicar su votación por seis, pasando de 4% en 2018 a casi el 24% en 2022.

Estos números le permiten tener mayorías suficientes para formar gobierno sobre la base de una coalición que, en principio, se identifica como de derecha, reformista y euroescéptica, algo inusual en Italia, donde los últimos gobiernos de coalición habían sido “Frankenstein” -de muchos grupos políticos de diferente línea-. Los dos últimos lo demostraron. Liderados por dos institucionalistas de centro, Giuseppe Conte y Mario Draghi, se cayeron, por la dificultad de alinear partidos tan diferentes como los antisistema de Cinco Estrellas y la izquierda tradicional de la socialdemocracia.

Varios analistas coinciden en que el sistema político ha estado diseñado así para obligar a los partidos a hacer coaliciones políticas y evitar la concentración de poder en una sola agrupación o persona. Un propósito que, pese a los innumerables quiebres, había funcionado para conservar la democracia representativa, pero que ha significado un alto costo político y un cansancio cívico que ha quedado demostrado en esta jornada electoral.

Solo un 64% de los italianos votó -la participación más baja de la historia-, lo que demuestra que el abstencionismo sigue creciendo en un país que ha convocado a sus ciudadanos a las urnas casi que cada año. Basta mirar los números: en 76 años, tras la dictadura de Benito Mussolini, los italianos han votado 70 veces.

Otras razones, sin embargo, explican esta apatía electoral. Una de ellas, y quizá la más fuerte, es la enorme diferencia histórica entre el sur y el norte de Italia, que acumula décadas de promesas incumplidas en la primera región, a tal punto que sus habitantes han preferido no votar, sobre todo en estas elecciones. 

¿Desgaste del sistema, de la democracia representativa? Sí. Esta puede ser otra de las posibles respuestas al ascenso de la ultraderecha y el declive de los partidos institucionalistas y antisistema de izquierda, y el advenimiento, casi que entrega, de la centroderecha de Berlusconi (Forza Italia) a los pies de Meloni y la llegada, también, de la Liga del Norte de Salvini.

Reformas

Precisamente, esa es una de las banderas de su coalición, que busca pasar de un régimen parlamentario a uno presidencialista y evitar que Italia continúe convocando a sus votantes para elegir 600 congresistas que hacen coaliciones para formar gobiernos. El origen de esta reforma, sin embargo, parece ir más allá de lo electoral y puede encontrarse en una profunda insatisfacción con la democracia representativa, a la que conciben como desconectada de los intereses del pueblo.

Experiodista y exministra de la Juventud de Berlusconi, Meloni, quien recientemente ha publicado su autobiografía titulada “Yo soy Giorgia”, explica en este extenso libro las razones por las que se deben cambiar de régimen político.  “Seguiré combatiendo para que Italia tenga algún día un presidente de la República elegido directamente por los italianos y un Gobierno que responda directamente al pueblo. Sé que eso es lo que más atemoriza al actual sistema de poder en Italia y en Europa; por eso sé que es lo que tenemos que hacer”, escribe.


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“Sono una donna”

Pero las principales demandas de Meloni van más allá de la estructura política italiana, y ese debate entre parlamentarismo y presidencialismo, y se encuentran en una sólida concepción conservadora frente a la familia, la Iglesia, el feminismo y las minorías, oponiéndose a la “dictadura progresista” y “globalista” de Bruselas (sede de la Unión Europea). En sus intervenciones en plaza pública, la hoy primera ministra de Italia solía empezar con la clásica frase de: “soy una mujer, soy madre, soy cristiana, soy Giorgia”. Con esta consigna, y en medio de su habilidad en redes sociales, ha reiterado un régimen de valores conservador que caló en sus votantes del norte y centro de Italia, especialmente.

Hace dos meses, invitada al congreso del partido de ultraderecha español, VOX, en Andalucía, Meloni explicaba los puntos centrales de su política. “Defensa de la ‘familia natural’ frente al matrimonio gay, rechazo al aborto y la eutanasia, mano dura con la inmigración, críticas a la burocracia europea y apuesta por la ‘universalidad de la cruz’”, dijo ante los presentes, entre los que estaba Santiago Abascal, líder del partido español.

La victoria de la derecha en Italia, y en especial de Meloni, aquella joven que creció en un barrio de clase obrera del sur de Roma (Garbarella), construido durante la dictadura de Mussolini, hace parte de una tendencia en Europa de descontento con los partidos institucionalistas y de centro que empezó con el Brexit y acumula ya casi seis años sin encontrar una respuesta unificada de la Unión Europea.

También, una vez más, demuestra que lo popular o lo populista -depende de quién lo diga- hoy conecta más con el pueblo por su cuota de verdad o su arraigo. Eso, al final, es lo que importa en política.