La ministra María Victoria Angulo explicó que los docentes definen criterios, técnicas y procedimientos para evaluar, conforme a la autonomía que les otorga la Ley

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“El proceso de la evaluación no se reduce a la asignación de calificaciones”, le manifestó a EL NUEVO SIGLO la ministra de Educación Nacional, María Victoria Angulo.

La alta funcionaria respondió así a la inquietud planteada por la opinión pública, en cuanto a la pertinencia de las calificaciones tradicionales en el contexto escolar del aislamiento obligatorio, para enfrentar la pandemia del coronavirus.

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La ministra Angulo precisó que “en el escenario escolar, la evaluación se da como un proceso permanente de la cotidianidad de la experiencia educativa en la que participan las niñas, niños, adolescentes, jóvenes, sus maestros, familias y cuidadores”.

“Más allá del contexto de la calificación”, anotó, “en el servicio educativo se valoran las interacciones, las actitudes, la participación, el uso de habilidades y capacidades, con el fin de recolectar información útil al propósito de promover el desarrollo y el aprendizaje de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes”.

“En el contexto particular del trabajo académico en casa, los docentes harán seguimiento de modo remoto y valorarán los logros y producciones de los estudiantes de acuerdo con las condiciones que conlleva la cuarentena. Para esto, definirán criterios, seleccionarán técnicas y procedimientos relacionados con la autonomía que les otorga la Ley General de Educación (115 de 1994 y el Decreto 1290 de 2009) con respecto al Sistema de Evaluación de Estudiantes”, manifestó la Ministra, anotando que “también es importante tener presente las variaciones que este proceso de evaluación tiene de acuerdo con el momento del año escolar en el que se encuentren los estudiantes. Este definitivamente será un año atípico y por eso, no podremos contar solo con los elementos tradicionales para evaluar al igual que lo hacemos siempre. Por esto, con el Icfes estamos diseñando instrumentos que puedan apoyar a los colegios, que nos permitan identificar dónde están los principales retos de aprendizaje y así, poder generar estrategias de nivelación y acompañar de esta forma a todos los actores de la comunidad educativa, que hacen un gran esfuerzo por seguir el estudio en casa y por preparar los protocolos requeridos para el momento en que se defina el regreso a las aulas”.

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Virtualidad

La inquietud surge, por supuesto, del nuevo escenario en que se imparten las clases y que es, o debiera ser, predominantemente virtual.

Al respecto, la ministra Angulo expresó que “desde la declaratoria de la emergencia sanitaria en nuestro país, el Ministerio de Educación Nacional ha tomado una serie de medidas que buscan preservar la vida y la salud de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, también de los docentes, directivos y personal administrativo de los establecimientos educativos y a la vez, garantizar la prestación del servicio”.

“Para esto”, señaló, “se han diseñado orientaciones que guíen el desarrollo de estrategias de trabajo académico en casa, con las cuales se busca apoyar a los establecimientos educativos para que, en el marco de su autonomía institucional, elaboren guías, materiales de apoyo y actividades que posibiliten a sus estudiantes seguir avanzando en sus procesos de aprendizaje”.

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Asimismo, dijo que “la circunstancia de aislamiento por la emergencia sanitaria, ha implicado que el servicio educativo se transforme con el fin de atender la contingencia y asegurar que los niños, niñas, adolescentes y jóvenes continúen en casa su trabajo académico con la orientación de los docentes en forma remota y con el acompañamiento de sus familias. Para lograr este propósito se ha recurrido al uso de diversas herramientas dependiendo de las condiciones de conectividad y de otros recursos disponibles en los hogares de niños y maestros, de los territorios”.

Desigualdad

Infortunadamente, como lo han indicado varios expertos, pero también los propios estamentos educativos, hay desigualdades en el acceso a la educación virtual, en parte por la falta de preparación de los involucrados pero también, por las deficiencias existentes en la conectividad.

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Esta situación fue reconocida por la ministra Angulo, que apeló a las cifras oficiales para exponerla; “en Colombia, el Censo DANE 2018 de Población y Vivienda encontró 13.480.729 unidades de residencia, de las cuales 10.567.475 son urbanas (78%) y 2.913.254 rurales (22%). De ellas, solo 5.857.149 unidades de vivienda tenían acceso a Internet fijo o móvil, 97% urbanas. Desde el punto de vista territorial, la conectividad urbana es del 53,6% en contraste con el 6,7% rural”.

“En este contexto, se calcula que solo el 41,1% de la matrícula pública y privada en el país cuenta con conectividad, mayoritariamente en zonas urbanas”, comentó.

Ahora bien, agregó, “cabe anotar que, en el momento actual, la necesidad de conectividad no es en las escuelas sino en los hogares, dado que es aquí en donde se continúan desarrollando los procesos educativos de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes”.

“Por esta razón, el Ministerio incluye dentro de los recursos disponibles, oferta en medios masivos como radio y televisión tanto pública como privada, para que lleguen a todos los hogares colombianos, incluyendo los más distantes ubicados en zonas rurales. Estos programas llegan con mensajes orientadores para las familias, contenidos educativos y culturales para diversificar las formas de acercar a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes al aprendizaje, así como al disfrute del tiempo libre”, puntualizó.

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¿Deserción?

Con relación a las alertas sobre el aumento de la deserción escolar en medio de la emergencia social desencadenada por las medidas de aislamiento, la ministra Angulo consideró que ese “es un fenómeno complejo y multicausal que se explica por condiciones asociadas a los individuos, las familias, las instituciones educativas y los contextos sociales, políticos y económicos. Estos factores pueden determinar la salida del sistema escolar con consecuencias para el desarrollo integral de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, sus familias y la sociedad en general. Si bien, la deserción en Colombia ha venido disminuyendo en los últimos años, el Gobierno sigue trabajando en su reducción y prevenirla es una responsabilidad de política pública”.

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Trajo a colación “un estudio realizado por el Ministerio de Educación con la Universidad de los Andes en el año 2019” en el que “se encontró que los factores que más influyen en la deserción son, entre otros, la pobreza de los hogares, la reprobación, mayor rotación entre instituciones educativas, la ausencia de recursos en los colegios, la falta de motivación, estar en condición de extra-edad, la discriminación (por género, raza, entre otras), situaciones de conflicto social y desplazamiento y la informalidad laboral de las familias”.

Tras reconocer que “situaciones como estas exponen mayor vulnerabilidad frente a los efectos sociales y económicos que conlleva la cuarentena y por ende, ponen en riesgo la permanencia de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes en el sistema educativo”, la alta Funcionaria subrayó que “continuar la prestación del servicio en casa, mediante el acompañamiento remoto de los docentes a través de los medios que sea posible y el fortalecimiento a las familias para acompañar el proceso de sus niños, niñas, adolescentes y jóvenes representa un factor que protege su permanencia en la educación”.

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