Claroscuro de la pobreza | El Nuevo Siglo
Miércoles, 27 de Abril de 2022

* Colombia retomó senda de disminución

* Propuestas concretas de los candidatos

 

Tras el crecimiento económico récord que se registró en 2021, con un histórico 10,6% de incremento del Producto Interno Bruto, una de las mayores expectativas radicaba en cuál sería el impacto de ese desempeño productivo superlativo en la disminución de los índices de pobreza y pobreza extrema.

Como se sabe, tras el duro impacto social y económico de la pandemia en 2020 (el PIB cayó a -6,8%) esos dos indicadores tuvieron un salto drástico, debido principalmente a los efectos de las cuarentenas y la parálisis de la productividad a que se acudió para contener el embate de la crisis sanitaria. De esta forma, la pobreza monetaria pasó de 35,7% en 2019 a 42,5% un año después, en tanto que la pobreza monetaria extrema subió de 9,6% a 15,1% en el mismo lapso. Se rompió así la tendencia a la baja que traía el país a lo largo de la década.

Visto todo lo anterior, había mucha expectación sobre lo que ocurrió el año pasado, no solo por el crecimiento récord ya anotado sino porque, pese a los dos picos de covid-19, la industria, comercio, construcción, exportaciones, consumo de hogares y, en el segundo semestre, el turismo y las actividades de ocio y entretenimiento tuvieron una dinámica sorprendente, en algunos casos igualando e incluso superando los datos sectoriales prepandemia.

Este martes el DANE reveló, por fin, esos dos rubros: en 2021 a nivel nacional la pobreza monetaria bajó a 39,3% y la pobreza monetaria extrema a 12,2%. Es decir, que se redujo en 3,2 puntos porcentuales en cuanto a la primera y 2,9 en la segunda.

¿Qué conclusiones se pueden sacar? Esencialmente tres. La primera se refiere a destacar que Colombia retomó la senda de la disminución de la pobreza, evidenciando que es uno de los países con mejores niveles de reactivación económica y social a nivel global. Las cifras son contundentes: de 2020 a 2021 un poco más de 1,4 millones de personas salieron de la condición de pobreza monetaria y 1,3 millones también dejaron atrás la pobreza monetaria extrema. Paradójicamente si la ola de paros, bloqueos viales y desborde violento de la protesta social en el segundo trimestre del año pasado no se hubiera registrado, la reducción de colombianos pobres habría sido mayor.

En segundo lugar, es claro que, tal como ocurre con el tema del desempleo (que está en 12,9%), hay un desfase natural entre los ritmos de crecimiento económico y la reducción de pobreza, ya que el primer indicador debe ser sostenido en el tiempo para reflejarse de forma gradual en el segundo. De hecho, algunos expertos suelen señalar, a manera de explicación sencilla de este fenómeno, que cuando la pobreza sube parece que fuera en ascensor (por la rapidez) pero cuando baja lo hace por las escaleras (es decir, más lento). Así las cosas, la posibilidad de recuperar los índices prepandemia en este frente dependerá del desempeño de la economía este 2022. Por el momento, el panorama pinta positivo, sobre todo porque el Índice de Seguimiento a la Economía (ISE) revelado días atrás por la misma entidad estadística situó en 8,1% el incremento productivo del primer bimestre, en tanto que el Banco Mundial, el FMI y la Cepal ajustaron al alza las perspectivas de crecimiento a diciembre próximo.

Por último -tercera conclusión- resulta evidente que si bien hay que celebrar esta reducción de la pobreza monetaria todavía falta mucho camino para cantar victoria, ya que existen 19,6 millones de colombianos pobres, mientras que en 2019 eran 17,4 millones.

Es innegable, igualmente, que índices del 39,3% en pobreza monetaria y 0,523 en el coeficiente de Gini (más allá de la reducción en 2021 en ambos frentes) evidencian una brecha socioeconómica y de desigualdad muy altas en Colombia. Ello se confirma en que mientras en las cabeceras la pobreza monetaria pasó de 42,4% en 2020 a 37,8% el año pasado, en los centros poblados y rurales dispersos este indicador presentó un incremento de 1,7 puntos porcentuales, subiendo de 42,9% a 44,6% en el lapso. Igual desfase se encuentra en cuanto a las personas en pobreza extrema.

Es claro, entonces, que la política de inversión social y reactivación socioeconómica debe tener énfasis en el campo. A todo lo anterior debe sumarse que, según la encuesta de Pulso Social revelada también esta semana, el pico inflacionario tiene a muchas familias contra la pared, con un poder adquisitivo golpeado y apenas de sobrevivencia por cuenta de la carestía de alimentos y víveres.

Más allá de la mecánica proselitista y la fruición por las encuestas, los candidatos presidenciales deben poner sobre la mesa sus propuestas para acelerar la disminución de la pobreza, lo que implica temas tan delicados como mantener o no en el tiempo los subsidios y programas sociales activados en medio de la pandemia o avanzar hacia una renta básica para los sectores más vulnerables. Ese debate es el que los colombianos están esperando.