EL comportamiento de la industria en el último año ha sido casi negativo, pero se espera que en 2015 su recuperación sea fundamental para mantener el crecimiento del Producto Interno Bruto, PIB.
De acuerdo con un informe de ANIF, el crecimiento promedio de la industria colombiana, durante 2013-2014, fue cercano a cero y el del agro al 3%, en ambos casos registrándose un pobre desempeño.
El colapso de los precios del petróleo de 2014-2015 ha traído aparejada (gracias a la flotación cambiaria) una crucial corrección del desalineamiento cambiario que venía señalando ANIF (cercano al 20% real) durante el último quinquenio.
Ahora se nos abre una ventana de oportunidad (2015-2016) para aprovechar esta mayor competitividad cambiaria.
El arranque de 2015 no luce muy esperanzador frente a las posibilidades de un rápido rebote del sector industrial. Por ejemplo, durante el primer bimestre de este año se ha presentado una contracción de la producción del -2,9% anual, mientras que las ventas cayeron un -2,2% anual.
En 2014 el Gobierno y la propia ANDI habían señalado que se daría un “supuesto despegue industrial” y que la implementación del PIPE permitiría una expansión del 3%- 4% de la producción industrial, la cual tan solo registró una expansión del 1,3% (según la Encuesta Mensual Manufacturera EMM) o del 0,3% en valor agregado.
Estas cifras revelan, una vez más, los preocupantes problemas de productividad y carencia de buena competitividad de la industria colombiana.
Infortunadamente, el país no supo sembrar los frutos de las cuantiosas ganancias extraordinarias que trajo el auge minero-energético del período 2005-2014.
Sin ir muy lejos, el World Economic Forum (WEF) registra que Colombia cayó de la quinta a la séptima posición en materia de competitividad dentro de América Latina durante 2007-2014. Colombia se caracteriza por tener una pobre dotación de infraestructura, elevados costos laborales y de transporte, a pesar de que la “disponibilidad institucional” para hacer negocios ha mejorado.
No deja de ser paradójico que aquellas ciudades con esa buena disponibilidad para hacer negocios (por ejemplo, Manizales, Pereira o Cúcuta) carezcan de una buena dinámica económica y muestren preocupantes niveles de desempleo en el rango 12%-14% anual y de forma persistente.
Ya el Consejo Privado de Competitividad (CPC) publicó su Informe Nacional de Competitividad (INC) de 2014-2015, presentando allí valiosas recomendaciones para entrar a solucionar temas ya sobrediagnosticados y que lo que requieren es “gerencia” mancomunada público-privada.
En esta ocasión el CPC se focalizó en catorce ejes temáticos con el propósito de sugerir una Política de Desarrollo Productiva (PDP). Lo preocupante es que la lentitud en solucionar este cúmulo de problemas ya nos está restando competitividad global, al punto de que hemos entrado por la senda de estar arriesgando “crecimiento potencial”, tal como ya le ha ocurrido a Brasil, bajándose a niveles potenciales del 2%-3% anual.