Más allá de la rudeza de las acusaciones puntuales, réplicas y contra-réplicas entre el Presidente, el ex mandatario y de éste con el ministro de Vivienda, en el fondo es claro que la puja por la Casa de Nariño en 2014 comenzó y será imposible reversarla
Tras la caída de la polémica reforma a la justicia y en medio de un escenario político bastante tenso, lo que se viene evidenciando en el país es una confrontación clara entre los dos polos políticos preeminentes: el presidente Juan Manuel Santos y el ex mandatario Álvaro Uribe.
Una confrontación en la que el ex presidente viene montando una trinchera que mezcla desde la creación –anunciada anoche- de un movimiento para buscar un candidato para 2014 y convocar una constituyente, hasta el surgimiento de medios de prensa virtual que, claramente, comulgan con sus doctrinas.
La izquierda tampoco se queda quieta en este escenario, y prueba de ello es la búsqueda de puntos de consenso entre las distintas vertientes para reunificar las banderas y el electorado, así como el lanzamiento de la llamada “Marcha Patriótica”.
Entretanto, el presidente Santos, al tiempo que busca mantener cohesionada la coalición de Unidad Nacional, que es la columna vertebral de su gobierno, insiste en diferenciarse de la clase política tradicional y desgastada, sobre todo después del escándalo de la reforma judicial. Por ello no ha dudado en hablar de que en el Congreso le trataron de meter gato por liebre; que los parapolíticos presionaron algunos artículos en la polémica conciliación o, incluso, que prefiere entregar casas gratis que “cazar micos” en Bogotá.
Otro hecho relevante en este movido tinglado termina siendo que, según la encuesta Gallup revelada la semana pasada en medio de la crisis por la reforma judicial, sería la primera vez que un jefe de la oposición al Gobierno, como lo es Uribe, está más alto que el Presidente, puesto que mientras la imagen del Jefe de Estado cayó a un 48%, la del ex mandatario se mantuvo en 64%.
En medio de ello el único político actual que podría emular con el ex mandatario sería el hoy ministro de Vivienda, Germán Vargas Lleras, que tiene una favorabilidad de 64%.
Todo lo anterior permite identificar en el escenario dos circunstancias. Una primera, que si Santos decidiera lanzarse a la reelección tendría en Vargas a su principal y más seguro escudero. Y en segundo lugar, que si el hoy Presidente desistiera de buscar repetir en la Casa de Nariño, el Plan B para asegurar la continuidad del santismo en el poder sería el ex candidato presidencial de Cambio Radical. En una y otra circunstancia el principal rival sería el uribismo.
Divorcio oficial
Quizá esas ecuaciones políticas son las que pueden explicar lo que ha venido pasando en las últimos días entre Santos y Uribe, que han desembocado en el distanciamiento más grave y casi definitivo en dos años.
Prueba de ello es que en menos tres días el Jefe de Estado lanzó duros cuestionamientos a su antecesor. En la entrevista a El Tiempo, Santos afirmó que no podía “sacarle los trapos al sol” al ex mandatario, mientras que en declaraciones a Caracol Noticias indicó que el 40 por ciento de las informaciones negativas de Colombia tenían su origen en el expresidente, según lo evidencia un estudio de Global News Intelligence Latinoamérica (GNI). E incluso ayer en la tarde en Arauca, en una clara pero tácita alusión a lo que se presumía –y resultó cierto- sería el evento de la noche encabezado por el ex mandatario, el Jefe de Estado advirtió que “toda iniciativa de cualquier grupo para apoyar a nuestra Fuerza Pública en contra del terrorismo es bienvenida, pero lo que no es aceptable bajo ningún aspecto ni bajo ningún punto de vista, es que el terrorismo sea utilizado como una causa política, como una causa electoral. Eso lo rechazamos de plano, el país debe estar unido, como siempre ha estado unido".
Uribe, en el evento de anoche, no sólo oficializó que encabezará una coalición de partidos políticos de centro para escoger un candidato presidencial único en 2014 (que obviamente sería rival de Santos o el aspirante que reciba su guiño), sino que se fue lanza en ristre contra el gobierno Santos, advirtiendo deficiencias en materia de seguridad, orden público, economía, así como criticando durante la posibilidad de un diálogo con la guerrilla, los alcances de la Ley de Víctimas y el proceso de restitución de tierras, las relaciones con Venezuela y Ecuador. También reiteró sus señalamientos sobre un excesivo gasto público.
“Estamos prestos a contribuir a una coalición de convergencia al Puro Centro Democrático, con los ciudadanos y partidos, a participar en la elaboración de la plataforma, a animar precandidaturas y a apoyar a un gran candidato…”, precisó el ex mandatario, al tiempo que, entre otras cosas, propuso una asamblea constituyente para crear un congreso unicameral.
Tinglado con Vargas
A la par de lo anterior, visto en todo caso que Santos está disminuyendo en sus márgenes de popularidad y, por ende, en sus posibilidades de reelección, pareciera que el uribismo puso ahora en la mira a Vargas Lleras que la tiene en ascenso.
El miércoles el procurador Alejandro Ordóñez anunció una indagación preliminar al hoy Ministro de Vivienda para establecer la veracidad de una serie de quejas anónimas que tratan de relacionarlo con el capturado jefe paramilitar de Casanare, alias Martín Llanos.
Según trascendió, las pesquisas del Ministerio Público estarían basadas en una serie que denuncias anónimas que han llegado sistemáticamente en los últimos dos meses.
De inmediato Vargas Lleras reaccionó y lo hizo a la ofensiva, buscando desenmascarar a sus acusadores. A primera hora ayer se presentó a la Fiscalía y denunció penalmente a Santiago Uribe Vélez, hermano del ex presidente, para que se establezca si está detrás de un complot para relacionarlo con paras.
“De todo eso he puesto conocimiento a la Fiscalía General, para que se pueda indagar la veracidad o no de los hechos. Detrás de este complot se recaudó un dinero en un sector ligado al grupo de las esmeraldas y se contrató a un coronel Ramírez para que comprara testimonios y me involucrara en hechos, que por supuesto no son ciertos, y quien estuvo al frente de ese operativo es el señor Santiago Uribe Vélez”, sostuvo.
De inmediato replicó el acusado, quien negó cualquier complot contra Vargas. Y paso seguido lo hizo el ex presidente, quien dijo que su hermano era inocente y que Vargas tenía que dar la cara a la justicia y no desviar la atención. “Yo no entiendo... Que responda por sus actos, que deje de estar desviando la atención hacia personas honorables como mi hermano”, reiteró.
Horas más tarde fue Vargas quien replicó al ex mandatario. Recordó que tiempo atrás Uribe lo había acusado de salir de salir de cacería con el jefe paramilitar Salvatore Mancuso, señalamientos que fueron investigados por la justicia y desechados. Es más, el propio jefe paramilitar extraditado dijo desde una cárcel de EU que nunca ocurrió tal situación.
Vargas insistió ayer en que Uribe Vélez siempre ha querido vincularlo con Mancuso, pero esos señalamientos no fueron constatados por la justicia, cuyas investigaciones arrojaron que “el verdadero amigo y quien recibió todo su apoyo fue el doctor Álvaro Uribe”.
No es la primera vez que el ex mandatario deja ver que considera a Vargas un enemigo. Es más cuando Santos, tras la primera vuelta presidencial de 2010, logró el apoyo de Vargas y lo iba a nombrar en la cartera de Defensa, el ex mandatario se opuso, por lo que el Presidente electo lo designó en el ministerio del Interior.
No obstante, Vargas se creció en esta cartera, sacando adelante una importante agenda legislativa y convirtiéndose en la figura más prominente del Gobierno.
A lo largo de su estadía en la cartera del Interior, Uribe siempre lanzó duras críticas a Vargas, quien no le respondió pues la tesis del Ejecutivo era evitar peleas con el ex mandatario.
Incluso cuando el ex senador pasó a la cartera de Vivienda y propuso como plan bandera entregar 100 mil casas gratis a las familias más pobres, fue el propio ex mandatario quien calificó el programa de populista.
Sin embargo, el Ministro no sólo ha demostrado ser un avezado político sino que está afirmando un perfil tecnócrata al delinear un proceso serio para entregar las 100 mil casas antes de un año.
Seguidilla
Pero la confrontación no terminó allí. En medio de la escandalosa aprobación de la reforma a la Justicia y la movida del Gobierno para hundirla, Uribe intentó enfocar la opinión pública en Vargas, acusándolo de haber presentado -cuando ocupó la cartera del Interior- el proyecto original. El alto funcionario replicó de inmediato que su propuesta inicial era muy distinta a la que finalmente se aprobó y que los “micos” fueron incluidos cuando él ya no estaba en la cartera de Justicia.
Aún así, Vargas se mostró solidario con el Gobierno y pese a que le pidieron una aparición mediática más amplia para marcar sus diferencias frente al texto aprobado en la conciliación, sólo emitió un pronunciamiento al respecto.
Es en ese momento en donde aparece la encuesta que muestra al hoy Ministro y a Uribe con guarismos muy parecidos de popularidad. Y esos sondeos coincidieron, además, con la incómoda posición en que quedó el ex mandatario por cuenta del procesamiento por narcotráfico en EU de su ex jefe de seguridad, general (r) Mauricio Santoyo. Lo que se unió, también, al proceso de extradición de la compañera sentimental de un hermano fallecido del ex presidente así como de una hija de la pareja.
Interrogantes
Después de todo este escenario accidentado surgen muchos interrogantes. Es claro que el fondo del cruce de acusaciones y réplicas es claramente político y electoral, por tempranero que parezca.
De allí la hipersensibilidad política. Por ejemplo, ayer en algunos corrillos políticos se traía a colación que el procurador Ordóñez está en proceso de reelección (aunque también ha sonado como posible candidato conservador en 2014) y uno de sus eventuales rivales sería el ex magistrado Augusto Ibánez, muy cercano a Vargas Lleras.
Lo único cierto frente a todo lo anterior es que la campaña política de cara a las justas presidenciales en dos años parece haber comenzado con todo rigor. Y tres son los actores que predominan en el escenario: De un lado está Santos, a la espera de recomponer su gobierno e imagen para tratar de viabilizar su reelección.
De otra parte se encuentra Uribe, quien si bien es cierto está abriendo un espacio político diferenciado aún no tiene un sucesor directo y seguro que lo ocupe.
Y por último figura Vargas Lleras, que está pendiente de lo que haga Santos, y de ello depende que pueda lanzarse a la Casa de Nariño en 2014 o esperar el turno para 2018. Incluso anoche circularon versiones en donde el Presidente respaldaba a su ministro en el rifirrafe con el uribismo.
En síntesis, la campaña empezó y ya no tiene reversa… De allí que el llamado ayer del Procurador al santismo y el uribismo para que le bajen el tono de la pugna verbal seguramente caerá en terreno poco fértil.