El ministro de Defensa argentino, Arturo Puricelli, reclamó a sus pares de América pronunciarse sobre el reclamo de su país en torno a las Islas Malvinas y cuestionó los ejercicios militares y la exploración petrolera británicos en ese territorio.
"Resulta inexplicable para mi país (...) que en este preciso instante en que nos encontramos reunidos para trabajar en la consolidación de la 'paz regional', en territorio de nuestra América, usurpado ilegítimamente por el Reino Unido, se están dando inicio a ejercicios militares que prevén la utilización de misiles, con veda del espacio marítimo, no solo argentino sino americano", dijo Puricelli al hablar a puertas cerradas ante la X conferencia de ministros de Defensa de las Américas, que se inauguró el lunes en Punta del Este (120 km al este de Montevideo).
Según el texto de su discurso difundido luego a la prensa, el ministro cuestionó que Gran Bretaña "ha estado produciendo un incremento gradual e injustificado de sus capacidades militares".
Recordando que uno de los ejes temáticos de la conferencia ministerial es la reacción a los desastres naturales y la protección del medio ambiente, dijo que "en forma inconsulta y unilateral el Reino Unido ha incrementado las actividades de exploración de petróleo y en caso de ser las mismas exitosas, su decision de avanzar en la explotación de dichos recursos".
Puricelli consideró estas exploraciones "de alto riesgo", advirtió sobre la posibilidad de que ocurra un "desastre ambiental en aguas del Atlántico sur" y llamó al resto de los países a manifestarse sobre el tema.
El jerarca citó la resolución de 1965 de Naciones Unidas llamando al diálogo para la solución de la disputa por la soberanía territorial.
Las Malvinas se encuentran bajo control británico desde 1833, pero son reclamadas por Argentina. Los dos países libraron en 1982 una corta guerra por ese territorio en la que murieron 255 británicos y 649 argentinos.
El reclamo argentino de soberanía sobre las islas -respaldado por la mayoría de los países sudamericanos- no pudo ser incluido en la agenda de la conferencia, fundamentalmente por la oposición de Estados Unidos y Canadá, a la que se plegaron naciones del Caribe.
Pero el tema fue debatido en una comisión 'ad hoc', en el marco de un planteo para crear una "zona de paz del Atlántico sur".