LA posibilidad de hacer un recorrido que les permita entender el significado de cada uno de los espacios que lo conforman y honrar la memoria de las víctimas del conflicto armado tendrán las personas que visiten el emblemático Centro de Memoria, Paz y Reconciliación.
Gracias a la aplicación diseñada por profesores y profesionales de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) se recrean 10 lugares de memoria que conforman la sede de la institución, con el fin de que los visitantes puedan dar respuesta a algunos de sus interrogantes a lo largo del recorrido.
La tierra sembrada de memoria -conformada por tierras donadas de lugares del país en los que se registraron hechos violentos- da la bienvenida al complejo, junto con la bandera de Bogotá, “Ciudad de paz”, el memorial o monolito, y los espejos de agua emplazados en los terrenos donde estaban ubicadas las fosas comunes que formaban parte del Cementerio Central.
“Todas las aulas y oficinas del Centro de Mermoria están bajo la tierra para simbolizar que todos llegaremos algún día allí”, explica Dayana Alejo, líder de desarrollo de la aplicación creada en el ViveLab Bogotá, junto con expertos del Centro, la Alta Consejería para las Víctimas y la Alta Consejería para las TIC.
Concebido para albergar la memoria histórica de los hechos violentos que ocurrieron en el país, el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación está integrado por varias estructuras entre las que sobresale un monolito que emerge de la tierra y de los espejos de agua que lo circundan para “convocar la memoria del dolor que no debió ocurrir y que no debe repetirse”.
En el conjunto de la estructura llaman la atención 100 ventanas que evocan las lágrimas de la sociedad colombiana sumida en la violencia, pero que de igual manera iluminan el complejo a manera homenaje a las víctimas, además de encenderse en la noche como símbolo de esperanza.
“La aplicación permite que durante el recorrido el visitante pueda escuchar los audios de testimonios de algunas de las víctimas y a la vez leerlos con el fin de recrear con estos recuerdos el espacio interior del monolito que en apariencia está vacío”, destaca Dayana Alejo.
Árboles de olivo y flores de myosotis –o nomeolvides- forman parte fundamental de los jardines laterales que la aplicación describe con detalle, además de ofrecer una explicación sobre las razones por las que fueron sembradas.
En la App también se recrea una serie de esculturas realizadas por habitantes del barrio Los Mártires, con el fin de evocar momentos históricos que forman parte de la memoria de la ciudad, para que el visitante pueda tener una idea más completa de su significado.
Erigido en forma reciente, el mural en memoria de los líderes caídos o asesinados en años recientes recoge el nombre de algunas personas que han muerto tras la firma del acuerdo de paz entre el Gobierno y la desaparecida guerrilla de las Farc.
“La aplicación permite ampliar la información sobre quiénes eran esas personas, en qué lugar fueron asesinadas, y las posibles causas que produjeron el nuevo hecho de violencia”, prosigue la desarrolladora.
Detrás del memorial se encuentran tres árboles de yarumo como símbolos de aquellos testigos mudos de masacres y desplazamientos masivos, cuyo recorrido es recreado en la aplicación gracias a los cantos de Virgelina Chará, líder comunitaria y defensora de los derechos humanos que ayuda con su labor en la Asociación para la Mujer y el Trabajo.
El café de la memoria, recreación de estos lugares de encuentro y tertulia cultural y política, propios de la época en la que fue asesinado el líder político Jorge Eliécer Gaitán, recibe al visitante de la mano de una serie de breves lecturas incluidas en la aplicación, con textos de reconocidos autores como Gabriel García Márquez, Arturo Alape, Miguel Torres y Juan Gabriel Vásquez.
“La aplicación también permite hacer una serie de recorridos por la memoria de la capital del país a partir de una serie de rutas en las que destacan los ejes de memoria de la carrera séptima, la avenida El Dorado, Hechos de paz, Ciudad marcada por la guerra y Bogotazo”, precisa Dayana Alejo.