Unos consejos simples, que van desde dormir lo suficiente hasta conocer tus antecedentes familiares, pueden ayudar a mejorar la salud de tu corazón. ¿Sabías que tu corazón late alrededor de 100 mil veces y bombea cerca de 7,570 litros de sangre por todo el cuerpo en un día? ¡Eso es un gran trabajo para un músculo!
Por ello, el Dr. Óscar Quintero, Director Médico de Abbott, recomienda que consideres estos hábitos saludables para mantener tu corazón en las mejores condiciones:
1. No escatimes el sueño. Todos nos hemos saltado algunas horas de sueño. Sin embargo, antes de que esto se convierta en un hábito, considera que diversas investigaciones han demostrado que dormir menos de seis horas por noche puede contribuir a padecer una enfermedad del corazón.
En 2011, la Revista Europea del Corazón revisó 15 estudios médicos que analizaban a 475 mil personas que dormían menos de seis horas diarias, quienes tenían un riesgo 48% por ciento mayor de desarrollar o morir de enfermedad coronaria en un período de seguimiento de 7 a 25 años (dependiendo el estudio) y un riesgo 15 % mayor de desarrollar o morir de un derrame cerebral durante este mismo tiempo. Curiosamente, las personas que promediaron dormir entre nueve o más horas por noche también mostraron un riesgo 38% mayor de desarrollar o morir de enfermedad coronaria y un riesgo 65%mayor de sufrir un accidente cerebrovascular. Por eso, debes ayudar a tu corazón y descansar lo suficiente.
2. Ríe, usa el humor en situaciones incómodas. Un estudio elaborado por el Centro Médico de la Universidad de Maryland, en Baltimore, sugiere que la risa puede jugar un rol clave en la protección del corazón. Los investigadores evaluaron las respuestas de 300 personas, la mitad de los encuestados había sufrido un ataque al corazón o se habían sometido a una cirugía de la arteria coronaria, mientras que la otra mitad eran personas sanas del mismo rango de edad que no padecían alguna enfermedad cardíaca.
3. Mantenlo en movimiento. Un corazón sano necesita estar activo. Los adultos que practican 30 minutos de ejercicio de intensidad moderada cinco veces a la semana reducen el riesgo de un evento cardíaco. Diversos estudios sugieren que el ejercicio regular nos beneficia de diferentes maneras, incluyendo la reducción del peso corporal, la presión arterial y el colesterol “malo” (LDL, por sus siglas en inglés y colesterol total).
4. Carga combustible sabiamente. El dicho “eres lo que comes” es verdad. Lo que consumes diariamente impacta en la salud de tu corazón. De acuerdo con recomendaciones del Instituto Nacional de Cardiología, debes comer una variedad de alimentos nutritivos de todos los grupos; además debes tratar de comer menos comida pobre en nutrientes; y llevar una dieta que incluya una variedad de grasas mono y poliinsaturadas.
5. Deja el tabaco para siempre. Algunos de los beneficios de dejar de fumar son inmediatos. En tan sólo 20 minutos, el ritmo cardíaco y la presión sanguínea disminuyen, después de 12 horas, los niveles de monóxido de carbono en la sangre regresan a la normalidad. Por eso, si fumas y estás considerando dejarlo, puedes consultar la guía de la Organización Mundial de la Salud.
6. Conoce tus números y tu historial familiar. Programa revisiones de rutina con tu médico para medir tus niveles de colesterol y glucosa, y para examinar tu presión arterial; después podrán interpretar estos datos para evaluar tu perfil de salud actual y hacer los ajustes necesarios. Conocer estos números puede ayudarte a modificar tu estilo de vida. También, si aún no lo has hecho, en la próxima reunión familiar, haz un espacio para preguntar sobre el historial de salud de la familia.
7. Conoce las señales de peligro de un ataque al corazón o de un accidente cerebrovascular. Un ataque cardíaco y un derrame cerebral son emergencias graves y potencialmente mortales. Por ello, es importante conocer las señales, y si es necesario, actuar de manera inmediata. El síntoma de ataque cardíaco más común es algún tipo de dolor, presión o molestia en el pecho. Considera también síntomas como la falta de aire; dolor de espalda o mandíbula; y náuseas o vómitos.