En 2050 esta cuenca de la zona central del Tolima, el río Coello, presentaría una marcada diminución tanto de la precipitación como de sus caudales, debido al aumento progresivo tanto de la temperatura como de la demanda hídrica por los requerimientos de riego de los cultivos de la zona.
Nathaly Güiza Villa, magíster en Ingeniería - Recursos Hidráulicos de la Universidad Nacional (UNAL), quien realizó una proyección de cómo cambiarían los índices de oferta y demanda del río Coello, afirma que esta cuenca es muy importante porque abastece a Cajamarca, Ibagué, Espinal, Flandes y otros municipios tolimenses.
“También surte a Usocoello, uno de los distritos de riego más grandes del país para el cultivo de arroz, que en 2016 fue declarado en riesgo de desabastecimiento hídrico”, subraya la magíster, quien mediante datos comparados con los escenarios futuros estableció el comportamiento actual del río Coello. Para ello partió de un estudio hidrológico e hidráulico realizado en esta zona por investigadores de la Pontificia Universidad Javeriana en 2016.
Así mismo, para estimar la oferta futura de la cuenca, definió los escenarios de cambio climático dentro de las cuatro opciones posibles establecidas por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC); también usó modelos de circulación global (GCM) –de tipo matemático sobre lo que es la circulación de una atmósfera u océano planetario– que forman parte del proyecto de Intercomparación de Modelos Acoplados (CMIP5), de donde tomó los datos proyectados de precipitación y temperatura para los escenarios del IPCC.
Dada la amplitud de la escala de los modelos globales (de 100 a 500 km), la magíster desarrolló la metodología conocida como downscalling para establecer las variables climáticas a una escala de estación climática, a una más local, y a una resolución temporal diaria.
Esas variables pasaron a ser los datos de entrada del modelo hidrológico que la investigadora realizó en el software SWAT (Soil and Water Assessment Tool), que hizo posible obtener como salida los caudales diarios que caracterizaron lo que sería la oferta de la cuenca.
“Con ese valor de caudal calculé índices como aridez, vulnerabilidad al desabastecimiento hídrico, retención hídrica (agua que retiene el terreno después de las lluvias) y uso de agua, porque también establecí demandas futuras cambiando los valores de demanda hídrica agrícola, que se refiere al agua que se consume para riego en esta zona arrocera, según el cambio en la temperatura”, detalla la magíster.
Para el sector doméstico también se estableció el crecimiento poblacional que definió la demanda proyectada, y para el industrial se estimó una tasa de crecimiento posible que afectaría en igual magnitud su demanda.
Esto permitió establecer para el periodo estudiado una disminución marcada tanto de la precipitación (lluvias) como de los caudales en la cuenca, y un aumento progresivo tanto de la temperatura como de la demanda hídrica, ocasionada especialmente por los requerimientos de riego de los cultivos de la zona de estudio.
Los índices de estado del recurso hídrico de este río responden a dos escenarios: uno, en el que la posibilidad es de una alta vulnerabilidad, y otro en el que se podría presentar una vulnerabilidad media al desabastecimiento hídrico, es decir que la cuenca está en riesgo de no contar con el agua suficiente para suplir las demandas de los habitantes de la zona y sus actividades económicas.
Una zona más caliente
“Lo que pasa con el cambio climático es que los eventos extremos, tanto secos (diciembre, enero, febrero, junio, julio y agosto) como húmedos (marzo, abril, mayo, septiembre, octubre y noviembre), tienden a serlo mucho más”, comenta la investigadora, quien señala que estos eventos se pueden relacionar con una retención hídrica buena por el aumento de las lluvias, pero que realmente no se da.
Por eso, cuando se realizan estudios mensuales y anuales el efecto del cambio climático sobre esta cuenca no es tan evidente, mientras que a nivel diario sí se encontró una reducción de las lluvias y un aumento en la temperatura de la zona de 2 °C –en un escenario optimista– y de 2,5 °C –en uno pesimista–, ambos aumentos considerables para 2050 si se tiene en cuenta que era lo que se estimaba antes para 2100.
Según la investigadora la información resultante de su trabajo es útil para que los decisores de la zona –como la Corporación Autónoma Regional del Tolima o la Gobernación del departamento– puedan actuar para proteger esta cuenca y evitar estos preocupantes escenarios futuros definiendo procesos como distritos de riego que gasten menos agua o adaptar sistemas productivos más sostenibles