A partir de la implementación de los programas posconsumo en Colombia, en cuatro años se han aprovechado 1.597 toneladas de residuos de baterías o pilas, lo que representa más de 2.395 toneladas de residuos que no han llegado a los rellenos sanitarios, los botaderos a cielo abierto o las fuentes hídricas. Sin embargo aún no es suficiente.
El posconsumo es una estrategia ambiental de largo plazo, orientada a que algunos residuos de consumo masivo generados en hogares, instituciones y comercio, entre otros, se separen de los demás residuos desde la fuente y se manejen de forma adecuada, promoviendo su recuperación o reciclaje.
Para su implementación, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible expidió la reglamentación y ha impulsado el desarrollo de programas voluntarios de recolección con diferentes gremios de la producción.
En Colombia se identifican como residuos de posconsumo los medicamentos vencidos, computadores e impresoras en desuso, envases de plaguicidas domésticos, bombillas fluorescentes, baterías, pilas y llantas usadas.
Después de evaluar los impactos ambientales asociados con la gestión adecuada de estos residuos, Juliana Vera, magíster en Ingeniería Ambiental de la Universidad Nacional (UNAL), encontró que de las 1.597 toneladas de residuos 927 kg corresponden a plomo, 12,39 kg a cadmio, 11,78 kg a mercurio, 3 kg a níquel, 760 gramos a cromo y 152 gramos a arsénico, residuos que se han dispuesto de forma adecuada evitando la afectación del medioambiente y de la salud humana.
A pesar de que se evidencian avances en la recolección de pilas, acumuladores y luminarias, en general no se han cumplido las metas, ya que en el caso de las luminarias se ha cubierto un 21 % y para pilas cerca del 40 % de los residuos estimados.
Otro hallazgo del estudio es que aunque en el país están prohibidas las pilas con mercurio y solo se permiten en usos específicos, estas llegan a los contenedores de los 33 sistemas de recolección selectiva.
“Lo anterior pone en evidencia la posible contaminación por este metal pesado en municipios en los que los programas posconsumo no tienen alcance”, comenta la investigadora. Las pilas de mercurio pueden contaminar 600.000 litros de agua mientras una alcalina 167.000 litros y una de óxido de plata 14.000 litros.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la exposición al mercurio –incluso a pequeñas cantidades– puede causar graves problemas de salud y es peligrosa para el desarrollo intrauterino y en las primeras etapas de vida. Además puede ser tóxico para los sistemas nervioso e inmunitario, el aparato digestivo, la piel y los pulmones, riñones y ojos.
Pilas y luminarias
Al analizar las emisiones generadas por los procesos de producción de las toneladas aprovechadas, se estableció que por cada tonelada gestionada de pilas se dejan de emitir en promedio 410 kg de gases de efecto invernadero para pilas primarias y 0,19 kg para pilas secundarias, y se asocian con el aprovechamiento de metales como acero y zinc para pilas primarias, y aluminio para pilas secundarias.
“El uso de pilas secundarias no solo evita impactos negativos al ambiente por la generación de una mayor cantidad de residuos, sino que evita la generación de una mayor cantidad de gases de efecto invernadero”, comenta la investigadora después de analizar información de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA), de las empresas gestoras y de los programas de posconsumo.
Así mismo se encontró que por cada tonelada gestionada de luminarias se dejan de emitir 549,6 kg de CO2 equivalente en promedio, asociadas con el aprovechamiento de metales y vidrio.
Según la investigadora, “Colombia tiene un gran potencial de reciclaje de residuos posconsumo, alcanzando avances tecnológicos para el aprovechamiento de residuos de pilas, acumuladores y luminarias a partir de la normatividad posconsumo, una norma que estimuló la instalación de dos plantas de separación y valorización de vidrio, metales, mercurio, y óxidos de zinc y de manganeso”.
A pesar de las dificultades a la hora de implementar los planes posconsumo, se ha demostrado su importancia en la prevención de impactos ambientales, en el aumento de gestores de residuos de pilas y luminarias, y en la incorporación de los fabricantes e importadores en el modelo de responsabilidad extendida del productor.
“Las normas posconsumo han motivado la creación de un mercado para los residuos de lámparas, pilas y acumuladores, en especial cuando hoy se han alcanzado volúmenes considerables”, comenta la magíster.
Por eso su recomendación para mejorar la gestión y aumentar el alcance de estos programas es implementar algunas medidas gubernamentales –normatividad, incentivos tributarios, capital semilla y demás– para promover la creación de más empresas de aprovechamiento y asegurar la permanencia de estas en el mercado./