EL ÁRTICO es un territorio rico en recursos naturales que por siglos fue inexplorado. Desde hace algunas décadas, países como Canadá, Estados Unidos, Dinamarca y Noruega han buscado adentrarse en este vasto territorio no solo para explotar los recursos naturales de la zona, es decir, por factores económicos, sino por factores de carácter geopolítico y estratégico. La Federación Rusa no ha sido la excepción. Para Moscú, el Polo Norte siempre ha sido un punto ciego. Un lugar geográfico ventajoso y al mismo tiempo un obstáculo.
Ha sido, por un lado, una barrera geográfica que ha evitado que enemigos potenciales ataquen el inmenso territorio ex soviético por el norte, dándole a Moscú un parte de tranquilidad al solo preocuparse por posibles ataques provenientes del Océano Pacífico o perpetrados desde la masa continental. Por otra, el hecho de que el Ártico sea navegable únicamente durante dos meses del año, ha obligado a la Federación Rusa a buscar caminos alternos para llegar a aguas navegables y poder participar más activamente en el comercio marítimo.
Cambio climático
El cambio climático ha sido uno de los factores que ha permitido una mayor navegabilidad en el hemisferio norte del planeta. Según el Centro Nacional de Datos sobre Nieve y Hielo (National Snow and Ice Data Center), en los últimos 30 años, el incremento de la temperatura del Polo Norte ha sido mayor que en otros puntos del planeta. Este fenómeno ha generado variaciones en la extinción del Ártico, en el grosor de la capa de nieve y de hielo del mismo, e incluso ha producido cambios en el hielo marino. El Centro también afirma que la capa de hielo ha disminuido en más del 30%.
El deshielo de los polos sumado a los constantes adelantos tecnológicos han facilitado la exploración del Ártico. Rusia se ha visto obligada a reforzar su influencia en este territorio para no descuidar su soberanía territorial, y para reclamar lo que considera por derecho es suyo. Aproximadamente tres cuartas partes de las costas que colindan con el Polo Norte, pertenecen a Canadá y a Rusia. Además de reclamar su derecho a explotar recursos en el Polo por la cercanía geográfica, Rusia reivindica el Paso del Noreste, ruta comercial que ha ganado vigencia debido a las facilidades de navegación propiciadas por el incremento de la temperatura y por el derretimiento del hielo. La disminución en la cantidad de hielo en el hemisferio norte del planeta ha propiciado la aparición de rutas marítimas alternas, antes innavegables debido al grosor del agua congelada de la superficie marítima y a las condiciones climáticas extremas del Ártico. La ruta marítima del norte, también conocida como Paso del Noreste, conecta el Océano Atlántico con el Océano Pacífico a través del Océano Ártico.
Moscú: desarrollo exclusivo
En varias ocasiones, el gobierno ruso ha recalcado la importancia del Ártico para la Federación. Moscú ha asegurado en múltiples oportunidades que tiene un programa de desarrollo exclusivo orientado al desarrollo industrial y a la explotación de recursos mineroenergéticos en el Polo Norte. Ahora bien, es pertinente recalcar que el ámbito económico, no es lo único que ha impulsado al Kremlin a adentrarse en esta zona. Durante una conferencia de prensa en diciembre de 2017, el presidente Vladimir Putin declaró que, “… la región debe contar con seguridad, tanto en seguridad medioambiental como militar”.
Las preocupaciones en materia de seguridad y defensa del Mandatario responden a que el deshielo y las variaciones en el clima pueden facilitar ataques navales y aéreos hacia el territorio soberano. Esta amenaza latente ha llevado a Moscú a construir bases militares en el Polo Norte. Además, la Federación Rusa ha venido preparando sus fuerzas militares para poder operar de manera más fácil en territorios con condiciones climáticas extremas. El entrenamiento de estas fuerzas se realiza por lo general en ambientes de frío extremo, para simular las condiciones climáticas a las cuales se verían enfrentados al desplegarse en el polo.
De igual manera, el Kremlin está equipado militarmente para poder responder a posibles ataques y para defender aquel territorio que considera por derecho suyo. En la actualidad la Federación Rusa cuenta con la flota de rompehielos nucleares más fuerte del mundo. Los rompehielos fracturan la densa capa de hielo para abrirse paso hacia el corazón del polo. Gracias a esta flota naval, Rusia ha podido mandar expediciones civiles y militares (incluyendo las Fuerzas Especiales) para que se adentren en el Ártico. La Federación también cuenta con submarinos nucleares, los cuales son un elemento clave para proteger el Ártico.
Rusia se ha asegurado de tener presencia constante en el Ártico. Moscú ha patrocinado diversas expediciones científicas en el polo por décadas, lo cual en efecto, lo ha acreditado para exigir su derecho sobre este territorio. Si bien es cierto que según la legislación internacional, una de las condiciones para considerar que un territorio pertenece a determinado Estado es que este ejerza la ocupación del territorio, la presencia de países como Rusia en esta masa de hielo sigue siendo controversial. Solo el tiempo dirá si la Federación Rusa podrá proteger a cabalidad la parte del Ártico que considera como suya y si logrará aprovechar las ventajas estratégicas que este lugar le puede llegar a proporcionar.
Aún no se ha llegado a un acuerdo sobre la repartición del Ártico.