Mantengamos nuestro ambiente ante la crisis

Domingo, 29 de Marzo de 2020
“Hay que coadyuvar a nuestra supervivencia”

Hablábamos la semana pasada sobre el impacto que a mediano y largo plazo va a tener la pandemia del Covid-19 sobre el planeta y aclarábamos que no es prudente echar las campanas al vuelo por unas mejoras pasajeras en los indicadores de calidad de aire, agua, fauna y ruido, por cuanto es muy probable que el asunto se nos revierta en un efecto bumerang, que podría ser el inicio del fin del planeta. Intentaré ahora explicar algunos puntos que serían de utilidad para coadyuvar a nuestra supervivencia.

Indiscutiblemente, ante la dinamización previsible de la producción en las grandes potencias, deberíamos hacer un frente común para defender el derecho a la supervivencia de nuestros descendientes, la avalancha de consumo de materias primas extraídas del planeta, aunada a la falta de recursos para proteger el ambiente, hará que las cosas vuelvan a su estado anterior y se acerquen más al caos; la pregunta que entonces surgiría a cualquier observador es ¿Qué debemos hacer? O mejor ¿Qué podemos hacer?

Lo primero que debemos entender es la razón por la cual los indicadores ambientales están mejorando; el hecho de que la mayoría de las empresas estén paradas o a media máquina, que los vehículos en su inmensa mayoría estén parqueados, que los grandes almacenes estén cerrados y no haya flujo de personas, que la basura esté saliendo en sitios específicos y no esté desperdigada por la ciudad, que se desperdicien menos alimentos, que los centros ecológicos estén sin visitantes depredadores, que un alto porcentaje de los vuelos comerciales estén suspendidos y que en general el consumo se haya centrado en lo indispensable, hace que dichos indicadores mejoren; luego la lógica indica que deberíamos intentar mantener algunas de estas condiciones para mantener estable, incluso mejor el planeta.

No podemos pretender que las empresas sigan cerradas o trabajando a media máquina, pero si podemos hacer un esfuerzo por impulsar aquellas que trabajan con energías limpias o que muestran sistemas de producción mas limpia consistentes y permanentes; quizá también a las empresas que se acerquen a la economía circular.

Tampoco podemos permitirnos el lujo de mantener el parque automotor quieto, pero si podemos racionalizar su utilización y dejar de sacar el carro para ir a comprar el pan, o para ir al trabajo teniendo adecuado transporte público. ¿Por qué no compartir el vehículo?

No podemos mantener cerrado el comercio, pero si podemos incrementar el consumo responsable y premiar con nuestras compras a las empresas que no trabajen con obsolescencia programada; ¿realmente es necesario tener tres o cuatro relojes? ¿Realmente es necesario comprar un nuevo celular cada año?

Será que el Estado no puede calcular adecuadamente la capacidad de carga de los ecosistemas con el fin de racionalizar el mal llamado “ecoturismo” y lograr que se mantenga ese patrimonio.

Ni hablar de los procesos de recolección y disposición de residuos sólidos en el país, hoy por hoy son una fuente importante de producción de metano; no se explica por qué se mantienen esquemas caducos que riñen con cualquier tecnología de punta; la riqueza de muchos países no es aprovechada en el nuestro, mas que para algunos lucrativos negocios particulares.

¿Quién de ustedes no ha montado en aviones semivacíos en algún momento? No será que un esquema flexible de frecuencias aéreas, que obedezca a la demanda real, no abarata los costos y disminuye los vuelos y el consecuente consumo de gasolina.

En fin, con miles de cosas aunadas podríamos intentar combatir el flagelo que se nos avecina y tratar de minimizar el impacto de la inminente recesión en el planeta. Los invito a sumarse a este esfuerzo.

Alvaro Sánchez