La caza de decenas de orcas y de ballenas beluga en Rusia para venderlas a acuarios del extranjero sacó a la luz un comercio turbio. La lucha por liberarlas provocó un alboroto en el gobierno, con unos a favor y otros en contra.
Rusia es el único país donde se pueden cazar mamíferos marinos en el océano con fines “pedagógicos”, un vacío jurídico usado por los traficantes para vender animales en el extranjero, en particular en China, que desarrolla una red de parques marinos.
Esta práctica desató una ola de protestas tras la difusión de fotografías de 11 orcas y 87 ballenas beluga hacinadas en Najodka, una ciudad del Extremo Oriente ruso.
“Nunca hubo en el mundo tantos animales capturados en una sola temporada y mantenidos en un único sitio”, recalca Dimitri Lissitsyne, a la cabeza de la organización medioambiental Sakhalin Watch, en campaña por la liberación de los mamíferos.
Bajo la presión de la opinión pública, las autoridades rusas lanzaron dos investigaciones por “caza furtiva” y “malos tratos” de los cetáceos, mientras decían haberse negado a emitir permisos para su exportación.
El ministerio de Medio Ambiente pidió su liberación inmediata pero la agencia gubernamental encargada de la pesca, dependiente del ministerio de Agricultura, afirma que la caza es legal.
El caso llegó hasta el presidente ruso Vladimir Putin, quien ordenó el viernes por decreto a la fiscalía que verifique si el cautiverio de los cetáceos es legal y a los dos ministerios que se pongan de acuerdo antes del 1 de marzo.
Es un caso “complicado”, justificó el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, quien recalcó que los animales se encuentran en condiciones “malas” y “corren el riesgo de morir”. “Sufren y por eso el jefe del Estado tuvo que intervenir”.
Demanda china
La población de orcas se divide entre las que se alimentan de peces y las que comen focas. No se reproducen entre ellas.
El ministerio de Medio Ambiente intentó catalogar como especie en peligro a los consumidores de focas, cuya población se estima en solo 200 adultos y que también es blanco de los cazadores furtivos.
El ministerio de Agricultura considera por su parte a las orcas como un “gran problema” para los bancos de peces de Rusia y se niega a reconocerlas como una especie en peligro de extinción.
Por ahora no se ponen de acuerdo.
Los investigadores consideran que una liberación no debería plantear problema, pero la agencia rusa encargada de la pesca asegura que existe un alto riesgo de que provoque “su muerte en masa”.
Este forcejeo se complicó todavía más cuando Alexander Pozdniakov, un empresario vinculado a las compañías que guardan las ballenas en Najodka, expuso que Estados Unidos podría aprovechar la ocasión para hacerse con esta parte del mercado chino.
“Las empresas estadounidenses retomarán este mercado”, afirmó, sin mencionar el hecho de que Estados Unidos dejó de cazar orcas salvajes en los años 1970.
En China hay 74 parques marinos con ballenas y delfines, según cifras oficiales, y se están construyendo más. Las 17 orcas exportadas por Rusia desde 2013, de un valor de entre 4 y 6 millones de dólares por cada una según los expertos, fueron a parar a este país.
“Las orcas son las estrellas de los shows”, afirmó Oganes Targoulian, militante de Greenpeace, durante una reciente manifestación.
En los países occidentales, la opinión pública se opone a mantener en cautiverio a los mamíferos marinos pero los rusos están divididos al respecto.
Los científicos intentan por su parte organizarse ante una posible liberación de los animales, sin precedentes a esta escala.